Por María Josefina Arce.
El Comando Sur de Estados Unidos está asociado a la historia de represión, tortura, golpes de estado e injerencia que vivió América Latina en el siglo pasado, y que de acuerdo a los últimos acontecimientos parece querer revivir Washington.
Recordemos que durante los años ‘60 y ’70 a través de la tristemente famosa “Escuela de las Américas” instruyó a los soldados de las Fuerzas Armadas latinoamericanas para combatir a los opositores a los regímenes militares.
Más de 61.000 soldados de la región fueron entrenados en variadas técnicas de combate, inteligencia militar y de tortura.
Pero el triunfo en los últimos años de gobiernos progresistas en el área, los procesos de integración y la diversificación de las relaciones internacionales de los países latinoamericanos ha hecho sonar la alarma nuevamente en Washington que no se resigna a perder su hegemonía en América Latina, a la que siempre ha considerado su patio trasero.
De ahí que instalara nuevas bases militares en Colombia, bien cerca de procesos no acordes con sus intereses como los de Venezuela, Bolivia y Ecuador, y en una decisión sumamente criticada despertó en 2008, luego de casi 60 años de inactividad, a la Cuarta Flota.
Para supuestamente combatir al “narcoterrorismo” y realizar tareas humanitarias en caso de desastres naturales en Centro, Sudamérica y el Caribe, la Cuarta Flota, supeditada al Comando Sur, tiene en opinión de muchos una clara misión: neutralizar las supuestas amenazas contra Washington que se alzan en Latinoamérica.
Ahora ese mismo comando sigue de cerca los acontecimientos en Venezuela, un país que tras el triunfo de la Revolución Bolivariana en 1999 ha estado en la mirilla de los gobernantes de Estados Unidos.
No olvidemos que el país sudamericano fue calificado como una amenaza para la seguridad de Estados Unidos, bajo la presidencia de Barack Obama, quien dijo querer entablar una relación distintas con el continente, algo que los hechos se encargaron de desmentir.
Lo cierto es que el vecino del Norte no ha cejado en su empeño de poner fin al proceso bolivariano. Se ha valido de la OEA, Organización de Estados Americanos, para atacar a Caracas y propiciar una intervención armada.
Por demás, un reciente informe del Comando Sur al Senado norteamericano reafirma las intenciones norteamericanas con respecto al país sudamericano, dueño de grandes recursos como el petróleo.
El periodista venezolano Eleazar Días Rangel reveló los detalles del documento, en el que se reconoce la vinculación del Comando Sur con la derecha para derrocar al legítimo gobierno del presidente Nicolás Maduro.
El informe señala que en contubernio con la oposición, el Comando Sur ha conformado una agenda común, que incluye un escenario abrupto que puede combinar acciones callejeras y el empleo dosificado de la violencia armada bajo un enfoque de cerco y asfixia.
Venezuela, una nación de paz como lo corrobora su accionar en los últimos años,
es atacada por todos los flancos por la oposición, apoyada por la derecha internacional y los sectores más reaccionarios de Estados Unidos, que buscan apoderarse de los recursos que por derecho son del pueblo venezolano.