Por: Roberto Morejón
El presidente no electo de Brasil, Michel Temer, tiene ahora el extraño privilegio de unir a opositores y a parte de sus escasos seguidores, al pedir su dimisión por el más reciente escándalo que empañó, aún más, su cuestionada gestión.
Sostenido en la cresta de la impopularidad, el gobernante acusado de traidor por la expresidenta Dilma Rousseff está acorralado, pues habría avalado el soborno de Eduardo Cunha.
El ex titular de la Cámara de Diputados, preso por corrupción, fue uno de los salpicados durante la pesquisa denominada Operación Lavado de autos, aunque se consideraba un funcionario intocable.
Cunha fue el principal artífice del proceso que culminó con la destitución de Dilma Rousseff, a quien sucedió Michel Temer hace un año.
Señalado como principal beneficiado del golpe parlamentario contra Dilma, Temer asumió eufórico la presidencia de Brasil, pero nunca estuvo en paz, agitado por escándalos y protestas sociales por sus medidas neoliberales.
Su agenda de reformas que limitan los gastos públicos hasta por 20 años solo son del agrado de los mercados y del poder mediático, aunque ese respaldo parece agrietarse ante las nuevas acusaciones.
Conminado a renunciar, con el país en crisis a pesar de sus promesas de lograr la recuperación de la economía, Temer se ve envuelto ahora en una investigación judicial, por lo que su carrera política nunca estuvo tan cercana al abismo.
De su gabinete formado exclusivamente por hombres veteranos, blancos y conservadores salen señales de disgusto y de probables dimisiones, que si se concretan se sumarían a otras tres precedentes, por verse vinculados con el fraude en la compañía Petrobras.
Ni siquiera Temer puede buscar consuelo en Aécio Neves, presidente del Partido Social Demócrata Brasileño y principal aliado del Partido Movimiento Democrático Brasileño, en el gobierno.
El senador Neves, ex candidato presidencial y quien se pronunció por volver a postularse en 2018, es investigado en varios casos de corrupción y su casa y oficina fueron allanados.
Ante el impetuoso ritmo de los acontecimientos, el Partido de los Trabajadores apuntó con toda lógica que las denuncias que implican a Temer y Neves en las más abyectas prácticas, desenmascaran al bloque golpista que encabezó la salida forzada de Dilma Rousseff.
Brasil, dijo el PT, solo podrá superar la actual crisis con el alejamiento de Temer, el abandono de las decisiones de corte impopular y la convocatoria a elecciones directas.
Para esa consulta emerge como figura de peso el ex líder obrero Luiz Inacio Lula Da Silva, a pesar de que la derecha y la oligarquía intentan socavar su ascendencia mediante artificios judiciales.