Por: Roberto Morejón
Si bien el presidente estadounidense, Donald Trump, tiene una óptica que privilegia los negocios, en relación con Cuba va en dirección opuesta, pues decidió afectar los intereses de empresarios de su país y de la nación antillana.
Al endurecer las limitaciones para los estadounidenses que viajan a Cuba y restringir a las empresas negociar con contrapartes aquí si están vinculadas a las fuerzas armadas, Trump impacta negativamente en la economía de su país.
Será así porque un número creciente de compañías de la nación norteña sondeó el mercado cubano a raíz del proceso hacia una futura normalización de las relaciones bilaterales.
Trump, empeñado en borrar vestigios de la administración Obama, dio marcha atrás a la política de acercamiento y un portazo a empresarios, sobre todo de la rama agrícola favorables al comercio con Cuba.
La decisión de Trump, pésimamente asesorado, ha causado críticas en las propias filas republicanas y en sectores de negocios.
Dicen los ejecutivos que el gobernante obstaculiza la entrada a un mercado como el de Cuba, potencialmente lucrativo para las entidades de bienes y servicios de la nación norteña.
El magnate neoyorkino, que en cuanto a Cuba NO piensa como tal, también marcha a contrapelo de corrientes de opinión.
La senadora Amy Klobuchar afirmó que 73 por ciento de los estadounidenses están de acuerdo en alentar el compromiso con Cuba.
Al otro lado del mar están los que según Trump deben ser alentados. Se refería a los trabajadores autónomos cubanos, cuyos negocios se abren paso amparados por las leyes del Estado y en la actualización del modelo económico.
NO es precisamente aliento lo que recibirán de Trump los emprendedores cubanos, como se les llama a los trabajadores por cuenta propia, una parte de ellos dueños de viviendas y hostales.
Según el Instituto estadounidense Estrategias de Opinión Pública, más de 75 por ciento de las personas de ese origen que viajan a Cuba se hospedan en casas de alquiler privadas y 99 por ciento gusta incursionar en los restaurantes particulares.
Al endurecer las barreras para el viaje de estadounidenses, Trump afecta al Estado cubano y a dueños de viviendas y de los llamados paladares, taxistas y otras personas.
Los ayudo, pero contribuyo a vaciarles sus bolsillos. Así parece decirle el gobernante norteño a empresarios de su país y a los emprendedores cubanos por su cuenta.
Mientras escribe febrilmente entre un twitt y otro, Trump debería atender al legislador Rick Crawford.
El representante por Arkansas aseveró que la política del Presidente pondría en peligro la seguridad nacional al cederle terreno a competidores económicos, en busca del mercado cubano.