Fragilidad sindical en Estados Unidos

Editado por Maite González Martínez
2017-06-22 07:50:40

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Richard Trumka, presidente de la Federación Estadounidense del Trabajo, admitió que el movimiento está en crisis. (Imagen ilustrativa/Vanguardia

Por: Roberto Morejón

En Estados Unidos, donde se afirma reina el cumplimiento de todos los derechos humanos, el movimiento sindical evidencia fragilidad y las transnacionales y empresarios han sido hábiles al dibujar como negativa esa modalidad de afiliación.

En comparación con Europa y América Latina, los sindicatos en Estados Unidos son poco numerosos y, según denuncias, algunos están controlados por grupos mafiosos.

Líderes de los gremios en ejercicio admiten su escasa fuerza e influencia.

El porcentaje de trabajadores sindicalizados en Estados Unidos descendió al mínimo desde el final de la Segunda Guerra Mundial hasta llegar a 11,3 por ciento, según cifras de 2015.

Las fuentes destacan que solo en 2012 aproximadamente dos millones de personas entraron al mercado laboral mientras el número de empleados organizados disminuyó en casi 400 mil.

Con esa tendencia, los ejecutivos empresariales, alcaldes y otros funcionarios manejan sus políticas fiscales y laborales desde una posición ventajosa, porque a título individual los obreros prefieren acatar los dictados ante el temor de perder su ocupación.

Es cierto que sigue activa la Federación Estadounidense del Trabajo, conocida por sus siglas en inglés AFL-CIO, que llegó a tener 57 organizaciones y 12 millones de afiliados.

Pero su presidente Richard Trumka admitió que el movimiento está en crisis.

En ese contexto es posible aprobar en algunos Estados leyes para frenar derechos de negociación colectiva de empleados públicos y alentar a los trabajadores del sector privado a abandonar sus afiliaciones.

Igualmente se reducen las posibilidades de debate colectivo por la caída de salarios, el aumento de los costos de atención a la salud o las hipotecas.

Poco margen queda para poner en tela de juicio cuando las empresas multinacionales adoptan doble forma de contratación, por acuerdo e informal, y pagan diversos salarios por el mismo oficio.

Menos trecho resta para movilizar a los trabajadores organizados con vista a protestar por las deportaciones de inmigrantes, aun sin cometer delitos, como impulsa el presidente Donald Trump.

Sin embargo, el gobernante suele aludir a la supuesta falta de libertad sindical, entre otros derechos humanos conculcados, en diversos países, según su particular óptica.

Él mismo es reflejo de la concentración de riquezas en pocas manos, un fenómeno propio del neoliberalismo, acrecentado en Estados Unidos, pero NO se puede pensar en un cuestionamiento de los gremios laborales.

Si bien los sindicatos representan colectivos clave para luchar por el respeto de las prerrogativas laborales y el bienestar social, en Estados Unidos ese espacio está por cubrir según las necesidades, en comparación con otras regiones del mundo.



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