Por Nicanor León Cotayo
El llamado Trumpcare, que sustituiría al plan sanitario de Barack Obama, provocaría 23 millones de personas sin seguro médico durante la próxima década.
¿Quién formuló tan sombrío vaticinio? Esta semana la Oficina de Presupuesto del Congreso de los Estados Unidos.
Un columnista de El Nuevo Herald y economista, Benjamin F. Deyurre, dijo este lunes que imponiendo recortes dañarán la salud de los asegurados.
Para echar abajo el Obamacare, explica Deyurre, utilizan el pretexto de que diezmaría en grado sumo las arcas de la nación.
Es importante destacar, agrega el economista, que según la Organización Mundial de la Salud, para 2014 el por ciento del Producto Interno Bruto que otras naciones invertían en cuidados médicos era superior al de Estados Unidos.
Pero en ninguno de ellos, subraya, se plantea un horizonte de bancarrota gubernamental.
Deyurre también justificó que el sector privado reciba asistencia del Estado, debido a su importante papel en la economía y porque crea empleos.
Aunque, señaló con tono ácido, “la mayoría de las veces no se revierte hacia el público”.
Entonces surge la pregunta que muchos se harían: ¿acaso esto no es un intervencionismo del Estado en las decisiones empresariales?
Lo dicho, apunta Deyurre, recuerda a Frances Perkins, la primera ministra del Trabajo electa en EE.UU. bajo el mandato de Franklin D. Roosevelt.
Interpelada en el Senado por el establecimiento entonces del Seguro Social, le hicieron la siguiente pregunta:
“¿Esto no es socialismo?” La respuesta de ella fue: “No es socialismo, solo queremos que nuestros viejitos tengan con que vivir”.
Ahora se repite el guión, cuando la ultraderecha del Capitolio pretende asesinar aquel deseo de la señora Frances Perkins.
Y el artículo de Benjamin F. Deyurre finaliza con una sentencia en cuanto a la sociedad estadounidense:
“Tal parece que envejecer es un delito porque las penalidades aumentan con los años”.
(Tomado de Cubasí)