por Roberto Morejón
El regreso a su país de nueve funcionarios bolivianos detenidos en Chile por causas que difieren según el criterio de cada parte, debería rebajar las tensiones entre ambos vecinos, enfrentados por litigios.
El curso del apresamiento, juicio y devolución de los oficiales puso de relieve la crispación existente en las relaciones bilaterales.
Un tribunal chileno condenó a los siete funcionarios de la aduana por los delitos de robo con violencia y contrabando y a dos militares por porte ilegal de armas, una sentencia cuestionada por las autoridades bolivianas.
De acuerdo con la visión de La Paz, sus empleados son inocentes y en todo caso el incidente pudo resolverse sin recurrir a los tribunales, apresar a los implicados y someterlos a apremios físicos.
Si bien el problema llegó a su fin, pudiera ser llevado a organismos internacionales, como ya ocurrió en la última reunión de la OEA, donde se registró un amargo debate entre los representantes de Chile y Bolivia.
La mayoría de los analistas coincide en resaltar que el más reciente acontecimiento limítrofe adquirió ribetes mayúsculos porque los nexos entre las dos naciones están atados a reclamos internacionales mutuos.
Los dos países se enfrentan en la Corte Internacional de Justicia por la demanda de Bolivia de una salida soberana al Océano Pacífico por territorio chileno y por la naturaleza de las aguas de la zona del Silala, en el área fronteriza.
Para los bolivianos constituye un sentimiento de amargura la pérdida de todo su litoral en una guerra contra Chile a finales del siglo XIX, al punto de que ambas naciones no mantienen relaciones diplomáticas a nivel de embajadores desde 1978.
Bolivia sufre privaciones a causa de daños comerciales y financieros por su carencia de acceso al mar.
Desde el lado boliviano lamentan ciertas expresiones en Chile calificadas de xenófobas y hasta racistas y consideran a ese país retrasado en materia de reconocimiento indígena.
Nueva tirantez añadió al conflicto el expresidente chileno Sebastián Piñera, conocido por sus exabruptos de corte derechista.
En la red social Twitter, Piñera escribió “mejor que se calle y deje de mentir”, en referencia a una justa preocupación del presidente Evo Morales sobre la situación de sus compatriotas.
Más allá del cruce de expresiones entre Piñera y Morales debe mirarse hacia el futuro.
Salta a la vista que si bien concluyó la detención de los funcionarios bolivianos, está a punto de abrirse otra crisis por la envenenada atmósfera reinante y los litigios internacionales.
Sabia es la postura del Papa Francisco, quien si bien mantiene neutralidad apeló a Chile y Bolivia en el pasado a buscar vías de solución negociada a sus problemas bilaterales.