De trampas y mentiras

Editado por Maite González Martínez
2017-07-20 08:57:50

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Por: Guillermo Alvarado

Los resultados del mal llamado plebiscito realizado en Venezuela contra la convocatoria de una Asamblea Nacional Constituyente, son utilizados por gobiernos y políticos venales para justificar la oleada de violencia que sufre ese pueblo a manos de una derecha intransigente y propiciar una intervención extranjera que buscaría destruir a la Revolución Bolivariana.

En esta campaña se han visto involucrados medios de comunicación y otros grandes consorcios de noticias que no han vacilado en reproducir mentiras y sumarse a las trampas que pretenden justificar una grave violación a la convivencia internacional y hacen polvo aquel viejo principio de no intervención, contenido ya en aquella declaración de Benito Juárez, por algo llamado el Benemérito de las Américas, quien afirmó que “el respeto al derecho ajeno es la paz”.

Los resultados de esa consulta son una fábula, una fantasía creada en la mente de sus ejecutores, que ahora tratan de vender como una verdad para conseguir apoyo a su disparatado propósito de incendiar a un país en nombre de intereses ajenos.

En este sentido llama la atención un cable de la Agencia Francesa de Prensa, fechado en Caracas, que dice textualmente: “impulsada por la participación de 7,6 millones de personas en un simbólico plebiscito contra la Constituyente, la llamada 'hora cero' incluye un 'paro cívico nacional' el próximo jueves y la sustitución desde el Parlamento, de mayoría opositora, de 33 magistrados del Tribunal Supremo de Justicia, acusado de servir al gobierno”.

Seguro que alguien les pasó el dato de los 7,6 millones de votantes, pero resulta increíble que en una empresa informativa con su experiencia, no haya nadie que sepa sumar. Se ha demostrado hasta la saciedad que una mesa electoral, trabajando 12 horas puede atender a un máximo de 720 personas al ritmo de una por minuto.

Si había, como dijeron los organizadores de la farsa, dos mil 30 centros receptores, y si cada uno tenía tres mesas -que en muchos sólo había una- el máximo de votantes llegaría a cuatro millones 384 mil 800. Esto repetimos, trabajando sin parar un solo instante durante 12 horas, lo que no suele ocurrir en un evento electoral.

Hay más, según el registro electoral oficial de Venezuela, en el exterior residen 101 mil personas con capacidad de sufragar, pero resulta que votaron 693 mil. ¿De donde salió la diferencia? ¿Se reprodujeron espontáneamente como bacterias?

Y por si hacía falta algo más, los convocantes incineraron inmediatamente los votos recibidos. Si alguien necesita una prueba contundente de que tiene razón, tendría que ser al menos débil mental para quemar, justamente, el argumento de que está diciendo la verdad. ¿Por qué no conservaron los votos? A cualquier persona sensata esto le parecería sospechoso y que algo huele muy mal, menos a algunos medios de comunicación o al desprestigiado Luis Almagro y su inoperante Organización de Estados Americanos y ciertos gobiernos de este y el otro lado del Atlántico.

Trampas y mentiras que agrupan a muchos cómplices, y a otros que prefieren no mirar ni escuchar. A todos ellos les recordamos la sentencia de José Martí: “Ver con calma cometer un crimen, es cometerlo”.



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