Por María Josefina Arce.
La tercera ronda de las negociaciones entre el gobierno colombiano y el insurgente ELN, Ejército de Liberación Nacional, se inició este lunes en Quito, Ecuador, con la mira puesta en la consecución de un cese del fuego, lo que supondría un paso más a favor de la consolidación de la paz en ese país.
Ambas partes están interesadas en avanzar en ese camino que vendría a afianzar la paz alcanzada en La Habana, tras cuatro años de conversaciones entre las autoridades colombianas y las guerrilleras Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia-Ejército del Pueblo, lo que puso fin a un conflicto armado de más de medio siglo.
Para el Ejército de Liberación Nacional fortalecer un cese al fuego bilateral tiene como principal objetivo beneficiar a la sociedad colombiana. Su concreción, señaló en un comunicado, permitiría aliviar la situación humanitaria de las comunidades en las zonas de mayor confrontación.
La realidad es que una gran vulnerabilidad social y económica afecta a los habitantes de estos territorios, donde las cifras de pobreza, analfabetismo, enfermedades y violencia son más altos que en el resto del país sudamericano.
Además de ser escenarios de los enfrentamientos armados entre las fuerzas gubernamentales, los guerrilleros y los paramilitares, un elemento que no se puede olvidar, para los pobladores el problema también radica en que las políticas públicas están ausentes de zonas como el Chocó y Buenaventura.
Precisamente tras el termino del segundo ciclo de conversaciones a finales del pasado mes se creó una mesa especializada para concretar acciones humanitarias que beneficien a la población civil colombiana.
El desarrollo de este tercer ciclo está previsto hasta la primera semana de septiembre, momento en que el país recibirá la visita del papa Francisco, ocasión que muchos califican como idónea para concretar la definitiva paz tan deseada por la sociedad colombiana.
El Ejército de Liberación Nacional, única guerrilla activa en el país, con unos 1 500 miembros, inició la fase pública de negociaciones de paz con el gobierno del presidente Juan Manuel Santos el 7 de febrero en Quito. Los países garantes del proceso son Ecuador, Brasil, Cuba, Chile, Noruega y Venezuela.
La agenda, definida desde marzo del año pasado en un encuentro en Caracas, Venezuela, consta de seis puntos: Participación de la sociedad en la construcción de paz, Democracia para la paz, Transformaciones para la paz, Víctimas, Fin del Conflicto e Implementación.
Todavía queda un buen trecho por recorrer, pero lo importante es dejar atrás desacuerdos que han frenado el diálogo y llegar a un consenso tan necesario para concretar la estabilidad y la paz en un país desangrado por décadas de enfrentamiento armado que ha dejado 260.000 muertos, 60.000 desparecidos y cerca de siete millones de desplazados.
Lo cierto es que, aunque hay discrepancias y han tenido lugar en los últimos días acciones armadas que las autoridades achacan a los insurgentes, existe deseo de llegar a la meta y se trabaja en ese sentido.
La guerrillera Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, por su parte, con su accionar viene a afianzar el camino hacia esa definitiva paz. Este fin de semana se reunió su estado mayor para preparar el congreso de agosto próximo en el que se constituirá como un movimiento político.
El pasado 27 de junio concluyó el proceso de dejación de las armas por los insurgentes para iniciar su transición a la vida civil y política de la nación, una etapa de suma importancia y que ha afianzado la confianza de los colombianos en el proceso de paz.