Por: Guillermo Alvarado
Impregnadas quedarán en la mente de millones de ciudadanos españoles las imágenes del presidente del gobierno, Mariano Rajoy, prestando declaración como testigo ante la Audiencia Nacional por un grave caso de corrupción que afecta al Partido Popular, PP, en la actualidad en el gobierno, aunque sin mayoría parlamentaria.
Es la primera ocasión en la historia del país europeo que un jefe de gobierno debe comparecer ante la justicia, que durante más de dos horas le interrogó acerca de pormenores en una trama por la que hay unas tres decenas de sindicados.
Como se conoce, las investigaciones comenzaron hace diez años a raíz de una denuncia contra el empresario, y entonces miembro del PP, Francisco Correa, quien reconoció que pagó sobornos a ayuntamientos gobernados por ese partido, a cambio de la concesión de jugosos contratos.
El caso, conocido como “Gürtel”, por la pronunciación en alemán del apellido Correa, llevó a descubrir un doble sistema de contabilidad en la formación política, lo que apuntó directamente a Luis Bárcenas, antiguo tesorero y señalado de hacer pagos ilegales a altos dirigentes del PP.
La trama de corrupción, que a cada rato sorprende a los españoles con nuevos descubrimientos, acarreó un gran desprestigio al partido y sus dirigentes y es una de las causas de los fracasos que sufrió en las últimas elecciones donde, a pesar de obtener mayoría de votos, no logró los diputados suficientes para formar gobierno y debió negociar con otras fuerzas minoritarias.
Aunque Mariano Rajoy dirigió durante once años al PP y fue jefe de campaña en varias ocasiones, entre 1994 y 2000, afirmó ante los jueces que desconoce por completo el funcionamiento de la economía y los registros contables e ignoraba la corrupción que alcanzó a varios de sus colegas en la cúpula partidista.
Según sus palabras, durante todo este tiempo sólo se encargó de los asuntos políticos y, más aún, dijo que no recordaba haber asistido nunca a ninguna reunión para analizar el presupuesto de la agrupación u otros temas económicos.
De ser verdad estas afirmaciones, cualquiera podría preguntarse ¿cómo es posible que el líder de un partido que maneja cientos, quizás miles de millones de euros, no supiera, ni se interesara por el monto, origen y destino de esos fondos?
Hay pocas alternativas ante este caso. O el señor Rajoy es cómplice de lo ocurrido, o como jefe del PP mostró una enorme ineptitud, al grado de permitir que en sus narices se formara una red de corrupción tan grande, sin percatarse en lo más mínimo.
Y hay que señalar que la ineptitud, cuando conduce a la corrupción, también es cómplice.
De momento los líderes de los partidos de oposición calificaron como una vergüenza la comparecencia de Rajoy ante el tribunal y le pidieron que renuncie a su cargo por respeto a la nación. También se gestiona que se presente ante el Parlamento para que explique ante los diputados su posición ante este caso.
La crisis política y de credibilidad sigue azotando al gobierno español, un ejecutivo que, por otra parte, se permite inmiscuirse en asuntos internos de otras naciones, como Venezuela, olvidando que hace dos siglos nuestra región de ser colonia y no debe ni un átomo de obediencia a la antigua metrópoli. FIN