De acuerdo con un estudio elaborado por el Programa Mundial de Alimentos, PMA, de la ONU, la sequía y el hambre figuran entre los principales impulsores de la emigración hacia Estados Unidos de decenas de miles de habitantes de por lo menos tres países centroamericanos.
El llamado “corredor seco” afecta en mayor medida a Honduras y El Salvador, pero también se extiende hasta la zona oriental de Guatemala, y está considerado como una de las áreas más vulnerables en el istmo.
Una encuesta aplicada por el PMA entre las familias asentadas en ese lugar reveló que el 47 por ciento tiene al menos un emigrado en tiempos recientes con el propósito de contribuir a mejorar la situación en el hogar.
Además 19 de cada 100 familias tienen niveles inaceptablemente bajos en el consumo de alimentos, tanto por la deplorable calidad de los mismos, como por la escasa variedad.
La situación, señala el documento, se vio agravada en los últimos tres años como consecuencia del cambio climático y los efectos negativos del fenómeno conocido como “el niño”, que provocó períodos de sequía como nunca antes se había vivido en el triángulo norte centroamericano.
Algunos buscaron como alternativa la venta parcial de sus propiedades, lo que no hace sino demorar la crisis, pero otros decidieron tomar el camino de la emigración, con todos los peligros que eso implica.
Hasta ahora la creciente ola migratoria detectada a partir de 2014, compuesta fundamentalmente por mujeres con hijos o niños sin acompañante, se atribuyó a problemas de seguridad, básicamente al accionar de las temibles pandillas juveniles denominadas “maras”.
El informe le da una nueva dimensión a este fenómeno, señaló Miguel Barreto, director regional para América Latina y el Caribe del Programa Mundial de Alimentos, y también ofrece otras perspectivas para dar una solución.
Los países concernidos deben trabajar para ofrecer a corto y mediano plazos alternativas reales de desarrollo a las familias afectadas por la inseguridad alimentaria y de esa manera también contribuirán a frenar la movilidad humana.
El Canciller de El Salvador, Hugo Martínez, consideró que el estudio reafirma el nexo entre la seguridad alimentaria y la migración, y recordó que el impacto del cambio climático ha sido drástico en esa región, en particular para su país.
Sólo en 2015 esa nación centroamericana perdió cuatro millones de quintales de maíz, que equivalen a 470 mil toneladas, así como 60 mil quintales de frijol, que representan unas seis mil toneladas.
El creciente flujo migratorio hacia el exterior tiene también otros efectos, entre ellos la existencia de poblados casi por completo envejecidos porque los jóvenes escaparon en busca de otro futuro.
Como se puede apreciar, es un problema con muchas caras, que requiere esfuerzos conjuntos para resolverlo, y no sólo en los países emisores de migrantes, sino que también en los receptores, que mucha responsabilidad tienen en el tema.
por : GA