Por: Guillermo Alvarado
Apenas el uno por ciento de la población es propietario de la mitad de la riqueza mundial, reveló un informe que pone de relieve las enormes desigualdades que existen en el mundo, donde la brecha entre los que más tienen y los desposeídos se agranda de manera indetenible.
El estudio denominado Riqueza Global 2017 fue elaborado por el Instituto de Investigaciones Credit Suisse y señala que el patrimonio de los privilegiados creció en medio de la gran crisis financiera que comenzó en 2008 y sumió en la miseria a decenas de miles de personas.
Mientras reventaban las burbujas especulativas y muchos perdían sus ahorros, viviendas y otros bienes, los acaudalados incrementaron sus riquezas, que crecieron del 42,5 por ciento en 2008 al 50,1 en 2017.
Por países, fue Estados Unidos el más beneficiado en este período, lo cual desmiente el argumento del presidente Donald Trump acerca de presuntos daños ocasionados a esa economía por un “injusto y desequilibrado” comercio. La verdad es que la principal potencia global se las ingenió para acumular riquezas cuando el resto del mundo se hundía.
Por el contrario, la pobreza se concentró aún más en África, la región Asia-Pacífico y América Latina y los pronósticos no son para nada halagüeños en los próximos cinco años, de acuerdo con el estudio.
Lo anterior no es para nada fruto del azar, sino el resultado de una arquitectura económica y financiera diseñada para que grandes corporaciones y magnates acumulen cada vez más ganancias por medio de la evasión de impuestos, la degradación de los salarios de sus trabajadores y medidas fiscales dictadas a su favor por los gobiernos, donde tienen una fuerte influencia.
Un estudio de la organización no gubernamental británica Oxfam asegura que este modelo permite canalizar la riqueza hacia una exclusiva élite, a expensas de los más pobres de la sociedad.
La evasión y el fraude fiscal privan a los países subdesarrollados por lo menos de cien mil millones de dólares cada año, recursos que serían necesarios para financiar programas educativos para 124 millones de niños que en la actualidad están fuera de las escuelas, o programas de salud que podrían evitar la muerte por causas prevenibles de seis millones de infantes.
La situación se mantendrá mientras los ricos utilicen su poder para que los gobiernos legislen a su favor, como está ocurriendo en Brasil, donde entró en vigor una reforma laboral que pauperiza a los trabajadores en beneficio de los empresarios, en Argentina y Estados Unidos, donde el régimen tributario se modificó para disminuir las obligaciones de las grandes corporaciones y aumentar las de las capas medias.
Es, como dijera Eduardo Galeano, un mundo al revés, patas arriba, donde el 99 por ciento de la población está cada día más desprotegida, mientras el exclusivo uno por ciento tiene cada vez más y más hasta que, pronto quizás, la avaricia rompa el saco y, como reza el dicho popular, las aguas tomen su nivel.