Por Roberto Morejón
Los cubanos iniciaron un año bajo la imprescindible austeridad y la certeza de la necesidad de trabajar duro para concretar el desarrollo, aunque los recursos están confirmados para resguardar prioridades, entre ellas la producción y servicios básicos.
El presupuesto para 2018 crece 6 por ciento en relación con la etapa precedente y respalda las principales demandas financieras con vistas a proteger, entre otros, la salud y educación de los habitantes, al destinarle 55 por ciento de los gastos.
El Tesoro público financiará igualmente la continuidad de la recuperación por los efectos del huracán Irma y fenómenos meteorológicos anteriores.
Además de aumentar los gastos por las prestaciones de la Seguridad Social en 5 por ciento, la plataforma financiera del Estado cubano proyecta un crecimiento de 9 por ciento de las asignaciones en el sector empresarial.
Para los ciudadanos constituye una buena noticia que el presupuesto de la nación sostenga, al igual que antes, el programa de reparación y construcción de viviendas por la población.
Para ese fin se contempla el otorgamiento de subsidios a las personas de más bajos ingresos por un importe superior al equivalente de 800 millones de dólares.
Pero hay circunstancias difíciles que incidirán en la ejecución del presupuesto estatal cubano del año en curso y en la vida en general del país.
Resaltan la agudización del bloqueo de Estados Unidos y la compleja circunstancia económica a causa de las continuadas restricciones financieras, insuficiente disponibilidad de combustibles y el impacto de la sequía y los huracanes.
También son lesivas las deficiencias internas como los gastos por pérdidas asociadas a negligencias y descontroles y las inexplotadas reservas de productividad.
Es decir, están latentes capacidades materiales e intelectuales aún NO aprovechadas que pudieran ser útiles para avanzar pese a las dificultades financieras.
NO obstante, el Parlamento fijó para 2018 un crecimiento de la economía cercano a 2 por ciento, estimado que conmina a elevar los ingresos por exportaciones y aumentar las producciones.
Mucho más cuando Cuba requiere alcanzar niveles sostenidos de crecimiento por encima de 5 por ciento anual para situarse en el sendero del desarrollo.
En los próximos meses también será perentorio progresar hacia la eliminación de la dualidad monetaria y cambiaria, proceso incapaz de
solucionar todos los problemas de la sociedad, pero eficaz en el empeño de actualizar el modelo económico.
Sin dudas, la marcha de la economía influirá de forma concluyente en el ritmo con que Cuba llegará a la meta de un socialismo próspero y sostenible que abone una distribución de la riqueza justa y equitativa.