Por María Josefina Arce
Este miércoles tendrá lugar el juicio en segunda instancia contra el expresidente Luis Inacio Lula, acusado de supuesta corrupción, lo que ha sido calificado por una amplia mayoría de brasileños como una persecución política y una maniobra encaminada a vetar su presencia como candidato en las elecciones generales de este año.
La octava sala del Tribunal Regional Federal de la Cuarta Región deberá pronunciarse si mantiene o revoca la condena a nueve años y medio de prisión por corrupción pasiva y lavado de dinero, que le fue impuesta al exmandatario en primera instancia por el juez Sergio Moro, en una causa relacionada con el escándalo de corrupción en la estatal Petrobras.
A Lula da Silva se le acusa de haber recibido como soborno un apartamento triplex en Guarujá, sin embargo, no se ha demostrado que sea el propietario del inmueble, así como tampoco se ha logrado identificar el acto por el cuál lo habría recibido.
Múltiples manifestaciones han tenido lugar en territorio brasileño desde que se desatara la persecución contra el ex presidente, que no obstante, lidera las encuestas de opinión para imponerse en los comicios generales que deben efectuarse en octubre de este año.
Pero de ratificar el tribunal la sentencia contra el líder del Partido de los Trabajadores podría inhabilitar su candidatura y la derecha se quitaría un gran obstáculo en su camino para retener la presidencia, que ahora ostenta Michel Temer, tras el golpe parlamentario contra Dilma Rousseff, elegida democráticamente en las urnas por cincuenta millones de brasileños.
Lula da Silva es sin dudas, un gran reto para la derecha. Una encuesta elaborada por la firma Datafolha otorgó el mes pasado al expresidente el 34% de las preferencias en la primera vuelta y una victoria importante, con alrededor del 50% de los sufragios, en la segunda vuelta contra cualquiera de los posibles adversarios.
Es un hecho que el ex primer mandatario cuenta con una gran popularidad, avalada por los notables logros de sus dos mandato de gobierno. Unos 28 millones de brasileños dejaron atrás la pobreza, mientras que se redujeron drásticamente los niveles de desnutrición, gracias a los programas sociales puestos en marcha por el gobierno.
De hecho fue declarado “campeón global” del combate al hambre y la pobreza por la FAO, Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, y por el PMA, Programa Mundial de Alimentos.
Para la ex mandataria Dilma Rousseff “Sería mejor que entendieran que Lula representa al pueblo brasileño y que está decidido a seguir adelante.” Y millones de brasileños también están dispuestos a seguir al hombre que en su prime día como presidente llevó a sus ministros a las zonas más pobres del país, para que conocieran el verdadero Brasil de aquellos momentos.
Una gran efervescencia se respira en las calles. Son muchos los que las han tomado por asalto para apoyar a Lula da Silva. 'La burguesía controla el Congreso, la Justicia y la televisión, entonces al pueblo brasileño sólo nos quedan las calles para manifestar nuestras ideas', afirmó Joao Pedro Stédile, del Movimiento Sin Tierra, mientras que para el dirigente sindical Claudir Nespolo están en las calles para mostrar que nadie puede ser condenado sin pruebas, al tiempo que reiteró que las elecciones sin Lula son un fraude.