Formar patriotas desde el pensamiento martiano

Editado por Martha Ríos
2018-02-28 18:47:46

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Las ideas de José Martí calan en el pensamiento y el corazón de la Patria. Foto: Archivo

Por Yusuam Palacios Ortega

El siglo XXI atraviesa uno de los peores dramas de la historia: la especie humana continúa padeciendo de un grave peligro: el de su extinción, y la crisis humanística alcanza efectos insospechados.

La humanidad tiene ansias de justicia y es preciso mantener viva la lucha por la paz como referente esencial en tiempos definitorios: salvamos la humanidad o morimos en el intento.

Es un llamado desde la cosmovisión martiana como síntesis de la tradición humanística de nuestro pueblo; y más recientemente, de la proclama de América Latina y el Caribe como Zona de paz en la Cumbre de la Celac, efectuada en La Habana en 2014.

El capitalismo resulta en esencia insostenible para dar respuesta a los problemas de la humanidad. Su fase imperialista es un flagelo con altas dosis de peligrosidad, y continúa siendo enemigo principal de quienes abogamos por el socialismo para construir nuestro proyecto de vida colectiva (desde nuestras propias individualidades), con un pensamiento propio, desde la perspectiva de la Cuba nuestra, con sus realidades y matices; con lo auténtico y original que nos caracteriza.

De ahí, la necesidad de promover valores que respondan a la construcción del socialismo, tomando como bandera la ley primera de nuestra República: el culto de los cubanos a la dignidad plena del hombre.

Recordemos al Maestro cuando en su discurso en Tampa el 26 de noviembre de 1891 expresaba: "Porque si en las cosas de mi patria me fuera dado preferir un bien a todos los demás, un bien fundamental que de todos los del país fuera base y principio, y sin el que los demás bienes serían falaces e inseguros, ese sería el bien que yo prefiriera: yo quiero que la ley primera de nuestra república sea el culto de los cubanos a la dignidad plena del hombre".

Las ideas de José Martí calan en el pensamiento y el corazón de la Patria, apropiarnos de ellas deviene ejercicio ideal para alcanzar el Homagno martiano, ese hombre nuevo que piensa por sí mismo, trabaja con sus propias manos y muestra al mundo su carácter entero; ese pino nuevo capaz de hacer algo bueno cada día, exigente velador de la primera y más importante ley de todos los cubanos.

La realidad del país nos impone un reto de alta trascendencia si queremos mantener viva la Revolución. El contexto histórico en que nos encontramos demanda que las instituciones culturales, cada vez con mayor intencionalidad, propaguen la cultura que necesariamente nos mantenga a salvo.

Es preciso recordar a Martí cuando expresó: "La madre del decoro, la savia de la libertad, el mantenimiento de la República y el remedio de sus vicios, es sobre todo lo demás, la propagación de la cultura: hombres haga quien quiera hacer pueblos".

Hay que formar patriotas; el hombre nuevo del que hablaba el Che cuyo pensamiento y acción sean consecuentes con el momento histórico en que viven; un ser humanamente superior.

Y en este empeño ético donde la cuestión moral es medular; hemos de ir donde el Apóstol como antídoto a la crisis humanística.

Sus postulados éticos, vocación de justicia y antimperialismo sustentan la cultura que defendemos en la Cuba que proclamó su carácter socialista en abril de 1961, y nos arma consecuentemente en la batalla cultural que libramos, así como en la búsqueda de un socialismo próspero y sostenible; reto que no es posible asumir sin una mirada crítica a la subjetividad o espiritualidad de la actualidad que vivimos.

En esencia, José Martí nos sigue dotando de las herramientas éticas para construir el Socialismo en Cuba.

Como hace un tiempo expusimos, esta debe ser la pregunta de todos los días: ¿qué es ser martiano?; sobre todo en tiempos de profundo debate ideológico, batalla cultural y definiciones revolucionarias.

Son muchos los retos que tenemos en Cuba; desde nuestra condición humana, en la defensa de los valores que nos abrigan en y para la construcción del socialismo en nuestro país; y hasta la salvaguarda de la obra hermosa que en sí misma es la Revolución.

El tiempo histórico que vivimos es muy exigente, nos provoca hasta la saciedad y convida a revolucionarios verdaderos a no dejar de luchar. Esta es la hora de la consagración patria, de sacar a la luz, como hicimos en aquellos días tristes pero iluminados por su eterna presencia, las reservas patrióticas de un pueblo heroico que tiene, sin chovinismo, la mejor juventud.

Fueron los jóvenes, en su mayoría, los que desataron las más auténticas muestras de amor, de una especial conexión con un líder de una altura ética trascendental, de un humanismo sin límites y un profundo sentimiento antimperialista.

Ser martianos es ser buenos, justos, patriotas, vivir apegados a la raíz, desde la condición radical de los hombres que no temen al pensamiento ni se acoquinan ante las dificultades.

La pregunta de todos los días convida a los jóvenes a luchar, a crecer cada jornada con las ganas tremendas de la juventud de revolucionar la realidad, de cambiar con la motivación permanente de ser conscientes del momento, de lo que hay que hacer, de cuál es el camino, de que somos hijos de Martí y Fidel, y por eso antimperialistas, arriesgados e inconformes eternos con lo que está mal, con lo que nos debilita.

Hay que seguir albergando la unidad revolucionaria, porque la clave continúa siendo: unir para vencer; y no divide y vencerás.

(Tomado de digital@juventudrebelde.cu)



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