Por María Josefina Arce

Una nueva decisión del presidente norteamericano, Donald Trump, ha vuelto a encender la polémica tanto dentro como fuera de Estados Unidos, y ha puesto sobre el tapete lo que muchos economistas predicen como una posible guerra comercial.

Ttump firmó en los últimos días la imposición de aranceles de un 25 por ciento a las importaciones de acero y de un 10 por ciento a las de aluminio, tomando como base una legislación que autoriza al mandatario a tomar medidas contra importaciones que socavan la seguridad nacional.

Ese ha sido el pretexto esgrimido por el inquilino de la Casa Blanca, que avanza así hacia la ejecución de la política proteccionista a la que venía apuntando desde su campaña electoral y que ha mantenido en sus discursos tras su toma de posesión en enero de 2017.

La medida, que entrará en vigor en los venideros días, ha provocado desavenencias dentro del propio partido del mandatario, el republicano, y de sus asesores. De hecho el presidente del Consejo de Asesores Económicos de la Casa Blanca, Gary Cohn, dimitió al ver como su opinión era ignorada.

Decenas de compañías, desde el sector automovilístico hasta el de la construcción, han alertado de la pérdida de cientos de miles de empleos y del incremento de los costos para las manufacturas dependientes del acero.

En el plano internacional la reacción ha sido en cadena. Socios tradicionales de Estados unidos han calificado de lamentable la decisión estadounidense.

Los países europeos valoran la posible imposición también de tarifas para las naranjas, el tabaco y el bourbon de Estados Unidos. También se mencionan las motocicletas Harley Davidson, que se fabrican en Wisconsin.

Japón, por su parte, advirtió que la medida tendría un 'gran impacto' sobre las relaciones bilaterales, mientras que Corea del Sur afirmó que podría presentar un reclamo ante la Organización Mundial de Comercio.

En América Latina los ministerios de Relaciones Exteriores y de Industria, Comercio Exterior y Servicios dijeron en un comunicado conjunto que la medida dañará fuertemente a las exportaciones brasileñas y es incompatible con las obligaciones estadounidenses ante la OMC.

Brasil es el segundo proveedor de acero de Estados Unidos y el pasado año exportó a ese país productos por unos 3.000 millones de dólares.

Por el momento la medida exime a México y Canadá, países con los que Washington renegocia el Tratado de Libre Comercio de América del Norte, un proceso que parece haberse estancado.

Un gesto con el que sin dudas, Trump intenta presionar a Canadá y México, país este último que de inmediato reiteró que la negociación del Tratado no debe estar sujeta a condicionamientos.

La situación preocupa a muchos. El director general de la OMC, Roberto Azevedo, dijo que ahora habrá 'un riesgo mucho más elevado y real de una escalada de barreras comerciales en todo el mundo'.

Pero también como destacan muchos analistas el mundo no se para con las controvertidas decisiones de Trump. Once países de Asia, Oceanía y América firmaron en los últimos días el Tratado Comercial Transpacífico, un convenio que negoció la Administración de Barack Obama y del que Trump se salió antes de que fuera rubricado.