Por Arnaldo Musa
El más reciente ataque químico contra civiles en Siria ha servido de nuevo como pretexto para que Estados Unidos justifique una mayor intervención contra el país árabe, sin resignarse a las continuadas derrotas de los grupos terroristas que ha armado, entrenado y organizado, cuyo mayor por ciento está integrado por “contratistas”, como se les dice elegantemente a los mercenarios, y elementos fundamentalistas musulmanes que entregan sus vidas sin saber la manipulación de que han sido objeto por la Agencia Central de Inteligencia (CIA).
Todo el complot antisirio, y de paso, antirruso, está aderezado con un financiamiento que aumenta, a pesar de la derrota y retirada de muchos de los agresores, de haber recibido un abundante avituallamiento de armas norteamericanas, británicas e israelíes químicas incluidas-, pagadas generosamente por las satrapías del golfo Pérsico, integrantes de la Liga Árabe, que de árabe sólo tiene el nombre, no el espíritu, como lo demuestra con su hipócrita y hueco respaldo al pueblo palestino.
EE.UU. no se resigna a la derrota de sus ahijados por el ejército sirio y la intervención solidaria de la fuerza aérea rusa, elemento este que solo participa en acciones en zonas rurales, no en las ciudades, con el fin de evitar lo que comúnmente le sucede a las hueste del Imperio, “daños colaterales”.
En este contexto, la CIA, de largo historial de apoyo a terroristas y mercenarios, utilizó nuevamente, como señalamos, el pretexto de los ataques químicos, realizados por sus huestes, con el respaldo de la gran prensa estadounidense, tras lo cual misiles lanzados por tropas norteamericanas hicieron blanco en una base aérea siria en la provincia de Homs, en medio de la retórica de la Administración de Trump acerca de que están en marcha preparativos para intensificar sus operaciones militares en Siria.
Al igual que en previos episodios de acusaciones de ataques químicos, el público está siendo inundado con grabaciones sin verificar de víctimas en agonía, mientras que los partes oficiales y la prensa corporativa, antes de cualquier investigación y sin fundamento alguno, acusan al gobierno de Bashar al Assad y a sus aliados iraníes y rusos de ser responsables de un crimen de guerra.
En cuestión de minutos, The New York Times y The Washington Post colgaron artículos responsabilizando a los gobiernos de Siria y Rusia por el presunto ataque. El inglés The Guardian declaró en un editorial que, “el uso renovado de armas químicas por Siria contra su propio pueblo durante el fin de semana es desvergonzado y bárbaro”.
Toda esta farsa ocurre poco después de un hecho muy doloroso para el Imperio: luego de haber utilizado durante años la región de Guta para cortar abastecimientos a Damasco y atacar embajadas no amigas, como la de Rusia, el ejército sirio obligó a los grupos opositores pertrechados principalmente por Israel a retirarse hacia otros puntos lejanos, no sin antes haber puestos a buen recaudo a decenas de miles de pobladores convertidos en rehenes por los agresores.
Cabe añadir que Trump ya está elucubrando planes para atacar misilísticamente al ejército sirio en el lugar, como parte del pretexto químico, a diferencia de lo que hizo su antecesor, Barack Obama, quien ante un hecho similar, montado también por la CIA, no quiso bombardear a Guta en el 2013, lo que le costó furiosas recriminaciones hasta el día en que abandonó la Casa Blanca.
Las investigaciones que se han realizado desde entonces prueban que el ataque fue realmente perpetrado por los “rebeldes” al servicio de Estados Unidos, en conjunto con el gobierno turco, que apoyaba abiertamente en ese momento la agresión a Damasco.
En abril del 2017, un presunto ataque con gas fue utilizado para justificar un significativo bombardeo con misiles de crucero contra una base aérea siria. De forma similar, resulto ser un ataque aéreo que dio en instalaciones utilizadas por los “opositores” para almacenar gases venenosos.
Pero con Trump, subrayo, los halcones que controlan el gabinete no tienen problemas, y con el jefe de la Agencia de Seguridad Nacional, John Bolton, ya deben estar pensando en ejecutar nuevas acciones a costa de la sangre del pueblo sirio.
Por lo pronto, como sí sucede en Iraq, el Imperio no tiene las manos libres para otras acciones terroristas, como la inmolación de elementos fundamentalistas engañados por sus propios jefes, a sueldo de la CIA, con el fin de no ocupar primordialmente ciudades o territorios, sino de sembrar el caos, la destrucción y la incertidumbre entre la ciudadanía.
(Tomado de Cubasí)