Atacante en Gaza queda casi aislado

Editado por Maite González Martínez
2018-05-18 07:51:47

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Protesta cerca del consulado estadounidense en Ankara contra el reconocimiento de EE.UU. a Jerusalén como la capital de Israel. Umit Bektas / Reuters

Por: Roberto Morejón

Si bien la represión de Israel en los territorios palestinos es frecuente, la más reciente en Gaza rebasó límites por el número de víctimas en un solo día, hasta colocar al régimen sionista contra la pared, solo auxiliado por su defensor, Estados Unidos.

A pesar de escudarse en su trillado ardid de presentar a las genuinas protestas de los palestinos como “acciones de terroristas”, el primer ministro Benjamin Netanyahu quedó al desnudo en su ejercicio de terror.

Más de 60 ultimados y cerca de 2 mil 800 lesionados cobraron los disparos a matar de los efectivos israelíes contra los palestinos que protestaban por la apertura de la embajada de Estados Unidos en Jerusaĺén.

El traslado de la sede diplomática desde Tel Aviv fue imitado servilmente por los gobiernos de Guatemala y Paraguay, este último pendiente de formalizarlo.

Todos actúan contra indicaciones de la ONU a los países en 1980 para retirar sus representaciones de Jerusalén en rechazo a la anexión unilateral israelí de la parte oriental de esa urbe.

Además, la inauguración de la nueva sede estadounidense coincidió con la conmemoración de la Nakba, o Catástrofe, como denominan los palestinos a la fundación del Estado de Israel.

Igualmente coexistió con el final de la Gran Marcha del Retorno, iniciada el 30 de marzo en Gaza para denunciar el bloqueo israelí y reclamar el derecho de los palestinos a regresar a sus tierras de donde fueron desplazados tras la guerra en 1948.

Por lo tanto, el traslado de la embajada estadounidense sirvió para montar una provocación, coronada a la postre con la matanza de palestinos entre Gaza e Israel.

Los militares utilizaron munición real, más letal, asfixiaron a una niña por la emisión de gases lacrimógenos e hirieron a un médico canadiense.

Los hechos generaron respuestas esperadas como la de la Liga Árabe, que a su vez impugnó la movida política y diplomática de Estados Unidos y Guatemala y advirtió sobre la adopción de medidas de represalia.

La Autoridad Nacional Palestina valora denunciar a Tel Aviv ante la Corte Penal Internacional de La Haya.

Con esa tesitura reprobatoria desentonan actitudes ambiguas como la de la primera ministra británica, Theresa May, quien pidió “moderación” a Israel.

Al parecer la gobernante se conformaría con un ligero reajuste de la brutalidad de los represores.

Las transnacionales de la información también matizaron el salvajismo de Israel, al repetir los raídos argumentos justificativos del atacante y repetir el vocablo “choques” para eludir la palabra represión.

No es honesto y justo menguar la responsabilidad del régimen sionista por la masacre. Quienes así se pronuncian se alejan de la necesaria condena a los crímenes de guerra.



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