Por Guillermo Alvarado (RHC)
Por voluntad del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, desde hace varios días estalló una guerra comercial que va creciendo por momentos y cuyos efectos negativos se sentirán, más tarde o más temprano, en la economía de todo el planeta según advierten especialistas en la materia.
El principal, pero no el único objetivo de la escalada de Washington es China, considerada la segunda potencia económica mundial detrás de la nación norteña, cuya dinámica actividad exportadora despertó la ojeriza de la Casa Blanca.
Además de los aranceles del 25 por ciento a las compras en el exterior de acero y del 10 por ciento al aluminio que afectan a todos los productores y exportadores de estos productos, vitales para industrias como la construcción, la automovilística y también a la aviación, el ataque a la economía china es directo y desmesurado.
El mes pasado se aplicaron impuestos adicionales de 25 puntos porcentuales a un total de 818 artículos elaborados en la nación asiática, que suman un valor de 34 mil millones de dólares.
No contenta con esto, la administración Trump impuso el pasado viernes otra tasa arancelaria de 10 por ciento a manufacturas chinas valoradas en 200 mil millones de dólares y se anunció que las cargas tributarias podrían afectar a producciones por un monto de 500 mil millones, lo que supone un duro revés incluso para una economía tan fuerte.
Muchos economistas aguantan la respiración en espera de cuál será la respuesta de la República Popular China, la que debería ser proporcional a la agresión recibida.
Además de este frente, Trump mantiene también una disputa con la Unión Europea, a la que agregó recientemente a la lista de sus enemigos en el terreno comercial.
El economista Paul Krugman consideró que si la Casa Blanca mantiene este ritmo de alzas arancelarias el comercio mundial podría reducirse en un 70 por ciento con graves efectos para todos, no solo los implicados en esta guerra.
Asimismo, el portavoz de la Oficina de Estadísticas china, Mao Shengyong, advirtió que el proteccionismo se está extendiendo con rapidez por el planeta, lo que constituye un reto para la recuperación económica mundial.
Incluso el Fondo Monetario Internacional, íntimamente ligado a los intereses económicos estadounidenses, dijo que la guerra comercial de Trump podría descarrilar las perspectivas de crecimiento global, disminuido en los países más desarrollados desde la crisis financiera de 2008.
Las perspectivas del Fondo para este y el próximo año en Estados Unidos, Japón y la Unión Europea se mantienen discretamente a la baja, o están estancadas, lo que en términos económicos significa en realidad un retroceso.
Conviene recordar, en todo caso, que se trata de una guerra donde seguramente unos perderán más que otros, pero al final de la contienda no habrá ganadores y todos pagaremos las consecuencias.