Por María Josefina Arce

La violencia contra las mujeres sigue siendo una asignatura pendiente en el mundo actual, que en muchas ocasiones se silencia o no se reconoce. Pero las estadísticas muestran que es una triste realidad que afecta al 50 por ciento de la población del planeta, y que hasta un 70 por ciento de las mujeres, estima la ONU, han sido víctimas de ella en algún momento de su vida.

Un documento elaborado por la Oficina de Naciones Unidas contra la droga y el delito indica que más de la mitad de todos los asesinatos de mujeres en 2017 fueron cometidos por parejas o familiares, lo que hace que el hogar sea el lugar más peligroso.

Las féminas continúan pagando el más alto precio como resultado de los estereotipos de género y desigualdad, resalta el informe.

Muchas son las manifestaciones de las agresiones contra las féminas que van desde el maltrato físico, el psicológico y el abuso sexual, hasta el tráfico para prostituirlas, la mutilación genital y el homicidio.

América Latina, de acuerdo con el organismo internacional, es una de las regiones donde más se presenta esta problemática. De hecho la ONU señala que es la zona más violenta para ese sector poblacional fuera de un contexto de guerra.

En Latinoamérica cada día mueren asesinadas nueve mujeres, una cifra que podría ser mayor pues en muchas ocasiones los familiares no denuncian los hechos de abusos, por temor a las represalias o por el escaso interés que muestran las autoridades, que en a veces esconden la realidad.

En algunos estados no está ni siquiera tipificado como un delito el feminicidio, que se registra en un alto índice en las naciones centroamericanas y México, país este último donde en lo que va de año ya suman cientos las mujeres ejecutadas.

En el 2017 el número de homicidios de mujeres en Michoacán, al oeste de Ciudad de México, la capital, rompió su récord con 145, un flagelo que continúa en aumento a nivel nacional pese a esfuerzos gubernamentales.

Hace unos días la Organización de Naciones Unidas instó al gobierno e instituciones mexicanas a aunar esfuerzos para parar la ola de feminicidios en el país, donde Ciudad Juárez es conocida a nivel mundial por el alto índice de ese fenómeno.

Desde la década del noventa del siglo pasado la violencia contra la mujer se ha convertido en una cotidianeidad de esa urbe mexicana, que en los últimos 25 años registra una tasa de casi dos MIL asesinadas.

La realidad es que en pleno siglo 21 las féminas todavía deben enfrentarse a estereotipos culturales y religiosos, que las relegan, cuando son ellas en muchos casos el soporte de los hogares y han aportado su esfuerzo a la sociedad.

Pero como bien afirma la ONU la violencia contra las mujeres y las niñas es una de las violaciones de los derechos humanos más graves, extendidas, arraigadas y toleradas en el mundo.