Por María Josefina Arce
Los venezolanos salieron a las calles este miércoles para defender los avances de la revolución bolivariana y expresar su rechazo a las contantes acciones que intentan desestabilizar al gobierno que preside Nicolás Maduro.
Ha sido una manifestación necesaria, de unidad, pues en los últimos días se han incrementado los actos violentos que pretenden sumir a Venezuela en el caos.
El objetivo está claro: provocar la caída de Maduro, quien cumple su segundo mandato como presidente, por voluntad expresa del pueblo, que así lo dejó claro en las elecciones de mayo pasado.
Pero lo cierto es que la situación es actualmente bastante tensa. En las últimas horas tuvieron lugar varios hechos que reafirman, por si alguien aún tenía dudas, las verdaderas intenciones de la llamada oposición.
Más de una veintena de militares se encuentran detenidos, luego de que robaron varias armas del destacamento de Seguridad Urbana del municipio Petare, estado de Miranda.
Las autoridades no descartan la existencia de vínculos entre los uniformados y elementos de la derecha, que siempre ha instigado acciones violentas y nunca ha mantenido una actitud responsable ante los contantes llamados del gobierno a un diálogo franco, transparente que abra el camino para solucionar todos juntos los problemas del país.
También fue incendiada en Caracas, la capital, por un grupo extremista la Casa de la Memoria y la Juventud Robert Serra, dedicada al líder socialista asesinado en su hogar en octubre de 2014.
La armas, la violencia, los ataques a objetivos económicos esa ha sido siempre la actitud de una oposición, a la que para cumplir su objetivo de retornar al poder no le importa el costo, generalmente la vida de los civiles.
Una oposición que controla el Parlamento y que desconociendo la voluntad de la mayoría de los venezolanos calificó como usurpador a Maduro, quien asumió el 10 de enero su segundo mandato como presidente.
Un Parlamento que, bajo el control de la derecha, no ha legislado ni una sola ley de beneficio para todos los venezolanos, y que nunca ha condenado las acciones violentas que afectan a la población.
Un órgano legislativo que siempre ha estado en desacato y que no representa los intereses del pueblo, pero que, bajo la benevolente mirada de Estados Unidos, dice que generará las condiciones necesarias para un gobierno de transición.
El gobierno del presidente Nicolás Maduro solo aspira a preservar la paz y la estabilidad de la nación, para poder continuar avanzando en la implementación de programas sociales a favor de todos los venezolanos, una meta bien diferente a la que se ha trazado la derecha: retornar al poder y vender al país al mejor postor.