Por: Roberto Morejón
Cuba reafirmó la alta prioridad concedida al examen de lo sucedido a partir de las alegaciones de Estados Unidos sobre afectaciones a su personal diplomático en La Habana por invocados incidentes acústicos.
En esta capital se pusieron de manifiesto apreciaciones de un comité integrado por cerca de tres decenas de expertos que estudiaron la cuestión durante los dos últimos años.
El gobierno cubano confirmó la extrema seriedad del análisis de los aducidos incidentes, a partir de la atención rigurosa a las exposiciones de la parte estadounidense.
Igualmente aquí se emprendieron acuciosas pesquisas, con entrevistas a muchas personas y ensayos técnicos así como la inversión de importantes recursos, porque se asume como un asunto de seguridad nacional.
La dedicación, talento y experiencia de médicos y científicos está fuera de toda duda y por lo tanto son atendibles sus conclusiones preliminares.
Los entendidos rechazaron la explicación de que las citadas afectaciones de salud fueran generadas por elementos, armas o agentes radicados en Cuba.
Es más, el equipo multidisciplinario nativo considera que a partir de los estudios en Estados Unidos de los afectados quedó patentizado que algunos de los padecimientos se iniciaron antes del invocado fenómeno y otros consistían en síntomas diversos, casi nunca referidos a una dolencia única o una nueva patología.
El equipo altamente preparado de Cuba no halló pruebas para calzar las teorías del gobierno norteño sobre presuntos incidentes, mucho menos si les endosa tendenciosamente el calificativo de “ataques”.
Curiosamente, diplomáticos cubanos revelaron que voceros del gobierno estadounidense insisten en hablar públicamente de “ataques” sónicos cuando se abstuvieron de hacerlo así en nueve intercambios oficiales con La Habana.
En esas entrevistas, los enviados de Washington admitieron la ausencia de pruebas para afirmar que los llamados “ataques” se concretaron.
Si como se acreditó en esos encuentros, el país norteamericano está interesado en llegar a las explicaciones más sensatas sobre los eventos de origen acústico, entonces sería lógico una mayor cooperación con La Habana, pero no ha sido así.
Solo queda discernir que Estados Unidos manipuló arbitrariamente posibles efectos de tipo auditivo que, según dice, causaron quebrantos al personal diplomático y otros allegados, en misión de trabajo en La Habana.
Todo se explica por el deseo de encontrar un argumento para enrarecer la atmósfera reinante en las relaciones bilaterales y asestar un golpe definitivo al proceso de normalización de nexos.