Por: Roberto Morejón
Cuba enfrenta con realismo una difícil situación por el recrudecimiento del bloqueo estadounidense, de ahí la prioridad otorgada a varias esferas, entre ellas la producción de alimentos.
Con palpables limitaciones susceptibles de agravarse, la nación caribeña separó en tres etapas su plan de desarrollo hasta 2030 y de inmediato se centralizará en la primera de ellas, sin descuidar las restantes.
En la fase inicial comprendida hasta 2021 figuran, entre otras, el turismo, el desarrollo electroenergético y la generación de alimentos.
El gobierno concibe la última de esas ramas como asunto de seguridad nacional, indispensable para la salud de la población.
Satisfacer el mercado interno hoy deficitario y las crecientes demandas del turismo representan primacías para la economía cubana.
La agricultura y la industria alimentaria aspiran a aumentar los aportes para depender menos de las importaciones y exportar si fuera factible.
Directivos subrayaron las restricciones de recursos financieros así como de fertilizantes y plaguicidas por el recrudecimiento del bloqueo estadounidense.
NO obstante, la agricultura y la industria alimentaria establecen alianzas, incluso con el Grupo Azucarero AZCUBA, a fin de robustecer los encadenamientos entre productores y quienes procesan y comercializan comestibles.
La meta es mirar más hacia las potencialidades internas, como las de los municipios, y enfrentar una vieja mentalidad bienhechora de las compras en el exterior.
El Ministro cubano de la Agricultura, Gustavo Rodríguez, destacó la existencia en los municipios de la tierra, los campesinos y el mercado necesarios.
El énfasis en la localidad NO representa abandonar planes nacionales estratégicos para la mesa hogareña, como los frijoles y arroz.
Con la asesoría vietnamita y la experiencia de años recientes, campesinos, obreros agrícolas y técnicos lograron aumentar los aportes domésticos del cereal, previstos este año en 300 mil toneladas.
La agricultura cubana alberga asimismo esperanzas en el avance de la siembra de frijoles, pues ya obtiene cerca de 50 mil toneladas anuales y la aspiración es autoabastecerse en 2030.
Los planes contemplan de la misma forma elevar cultivos de maíz, café, tabaco y otros, partiendo de elevar los rendimientos por hectárea.
Con la agricultura urbana y suburbana enfilada hacia la disponibilidad de 10 mil hectáreas y el fomento de más de 300 cooperativas de frutales, la mayor de las Antillas pretende atenuar el déficit de alimentos y los precios altos.
Y a la vez extraerle más a la tierra como fórmula de tenacidad ante los intentos de asfixia desde el exterior.