Por: Roberto Morejón

La beligerante administración estadounidense de Donald Trump restringió aún más la libertad de viajar de sus compatriotas al añadir inconvenientes para desplazarse a Cuba, como parte de las sanciones a la nación caribeña y los objetivos de asfixiarla económicamente.

Al apelar nuevamente a su herramienta predilecta, las sanciones, el presidente y su Departamento del Tesoro eliminaron los viajes denominados pueblo a pueblo, la categoría más común para trasladarse al archipiélago caribeño.

Los inquilinos de la Casa Blanca suspendieron los viajes culturales y educativos, las visitas en aviones privados y corporativos, cruceros, veleros, barcos de pesca y embarcaciones similares.

Al cercenar las prerrogativas de los estadounidenses, la conservadora administración trata de impedirles ver por sus propios ojos la realidad de Cuba, muy diferente a la inventada por las extraviadas letanías de John Bolton, Mike Pompeo y Mike Pence.

El asesor de Seguridad Nacional, el secretario de Estado y el vicepresidente de Estados Unidos se empeñan en mostrar a Cuba como un poder supranacional capaz de decidir en Venezuela y en otras naciones del Hemisferio Occidental.

Ellos utilizan un pretexto manido, propio de la guerra fría, cuando hablan de que miles de militares y agentes de inteligencia cubanos controlan los destinos de Venezuela, como si ese país NO fuera guardián de la soberanía e independencia.

Ante esa supuesta injerencia, Trump y sus ayudantes se alzan en redentores de la justicia y deciden escarmentar a Cuba, según su retórica.

Otra de las tesis engañosas utilizadas para calzar los apremios indica que solo buscan escamotearles a los militares cubanos el acceso a divisas, como si la mayor de las Antillas NO fuera un país con instituciones civiles y sistema jurídico sólidos.

En realidad, Bolton, Pompeo y Pence pretenden un cambio de régimen en la mayor de las Antillas por defender un proyecto distante de los patrones impuestos por el dictado imperial.

Pero las autoridades cubanas reafirman la decisión de plantarle cara a las sanciones brutales de la administración ultraconservadora de Estados Unidos, como hacen otros pueblos.

En una rápida respuesta a la más reciente vuelta de tuerca de los apremios contra Cuba, el presidente Miguel Díaz Canel afirmó que los residentes aquí responderán con trabajo, creatividad, esfuerzo y resistencia a las nuevas sanciones.

Los cubanos entienden que las penalizaciones estadounidenses, incluyendo el título III de la Ley Helms Burton, aumentarán las dificultades materiales, pero jamás mellarán la decisión de construir un proyecto social autóctono, ajeno a los dictados de Washington. FIN