Por: Roberto Morejón

La industria agroalimentaria de Cuba acelera inversiones para sustituir compras externas, aumentar los productos dirigidos al mercado doméstico y, si es posible, exportar en un futuro.

La disponibilidad de alimentos constituye una acción cardinal para Cuba dada su condición de país pobre, y sometido por la actual administración estadounidense a la agudización del acoso financiero.

Reducir importaciones de nutrientes y suplirlos con la utilización de capacidades internas representa una línea de trabajo de la rama agroalimementaria cubana.

En varias provincias aceleran construcciones para facilitar la transportación de materias primas y edificar plantas destinadas a la fabricación de alimento animal a partir de piensos nacionales.

Igualmente se destinan erogaciones con el objetivo de crear servicios complementarios a la producción de arroz y recintos para la crianza porcina y de aves.

En esa última variante, los estrategas de la agricultura y la industria alimentaria local pretenden estabilizar el incremento de la producción de huevos.

Los encargos precisan asimismo procesar en la industria los incrementos de carne porcina y convertirlos en embutidos y otros renglones para vender a los consumidores.

Entre las inversiones impulsadas en la mayor de las Antillas también destacan las obras relacionadas con la ganadería y el tabaco.

El presidente cubano, Miguel Díaz Canel, subrayó la necesidad de integrar la producción agropecuaria al avance perspectivo de la industria alimentaria, aun cuando los recursos escasean por efecto de la agudización del bloqueo estadounidense.

Los cubanos responden a esas cortapisas al insistir en que las inversiones sean más efectivas.

Para lograrlo, el gobierno aprobó desembolsos en la rama agroalimentaria este año por un monto de más de 90 millones de pesos, en moneda nacional.

La asignación pudiera parecer insuficiente, pero se inserta en un panorama interno donde La Habana tiene menor acceso a créditos internacionales y sufre efectos negativos por sanciones estadounidenses.

Frente a ello los ministerios de la Agricultura, Comercio Interior e Industria Alimentaria buscan un mejor rendimiento de los sembrados y explotación de las capacidades fabriles, a fin de elevar las ofertas a la población a través de una mayor disponibilidad de envases y embalajes.

La mirada también se dirige a potenciales inversionistas extranjeros. El sector agroalimentario cubano comprende actualmente 104 oportunidades de negocios, entre ellas el procesamiento de carne de cerdo y vegetales.

O sea, en medio de las coacciones y boicots, Cuba confiere carácter decisivo a la generación de alimentos.