Por: Guillermo Alvarado
El primer ministro del Reino Unidos, Boris Johnson, envalentonado por el apoyo que recibió del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, anunció durante la Cumbre del Grupo de los Siete, el G-7, en Biarritz, que el 31 de octubre saldrá de la Unión Europea con, o sin acuerdo alguno.
Se trata de una posición extrema y peligrosa porque de ocurrir la peor variante del brexit, como se conoce a ese proceso de separación, es decir que no se consiga la firma de un acuerdo donde se fijen las condiciones legales, fiscales y comerciales para el corto y mediano plazo, vendría un período de caos.
Johnson advirtió ademas que si ocurre un divorcio sin acuerdo, se negará a pagar los 43 mil millones de euros que Bruselas exige como compensación por el abandono de las obligaciones comunitarias por parte de Londres.
Comenzarian entonces una serie de demandas en tribunales de justicia y comerciales y entidades internacionales, presentadas tanto por gobiernos como por empresas y hasta personas naturales que pudieran sentirse lesionadas en sus intereses por esta actitud extremista del gobierno británico.
Una interrogante es conocer si las corporaciones y las entidades del Reino Unido lograrán mantener la confianza indispensable en el mundo de los negocios, luego de abandonar de una manera irresponsable sus obligaciones con sus socios de hace más de medio siglo.
Todo parece indicar que Johnson se está aferrando por completo a la promesa de Donald Trump de que luego de un brexit sin acuerdos firmarán un pacto comercial sin precedentes.
Así lo repitió el jefe de la Casa Blanca durante la reunión del G-7 en Biarritz, donde dijo que será el acuerdo más grande en la historia del Reino Unido y Estados Unidos.
Ese apoyo irrestricto a Boris Johnson es una clara traición del imperio norteño a la Unión Europea y sin duda traerá consecuencias muy negativas para ambas partes, además de demostrar que el presidente Trump no tiene el mínimo sentido de la lealtad hacia una región que tantas veces se ha inclinado a sus caprichos, aún si esto va contra sus propios intereses.
La situación ha llegado a un punto grave. Si Londres insiste en su doble amenaza: salir sin acuerdo y no pagar la compensación que existe Bruselas, sobrevendría una guerra comercial y financiera entre las dos partes.
Algunos piensan que Johnson está jugando al pataleo para ver si puede convocar a elecciones anticipadas antes de octubre y obtener un nuevo mandato negociador para evitar el desastre.
La Unión Europea está firme en que no hay nada más que negociar luego del acuerdo firmado con Theresa May, que por cierto le costó el cargo. En tales circunstancias la intromisión de Estados Unidos no ayuda a ninguno y afecta a todos y si el primer ministro británico fuese un poco más inteligente, haría mejor en decirle que, por ahora, “mejor no me ayudes compadre” .