Por: Guillermo Alvarado
Las cosas nunca le van tan mal al presidente de Argentina, Mauricio Macri, como para que no puedan empeorar un poquito más, y así le ocurrió esta semana cuando la economía del país sufrió un nuevo remezón, en plena visita de una delegación del Fondo Monetario Internacional, FMI.
Hace unas semanas, Macri habría dado todo para que los delegados del Fondo cumplieran el viaje acordado, del cual depende la entrega de un nuevo tramo de 5 mil 400 millones de dólares del crédito tipo Stand By que contrató para mantener a flote las cuentas del país.
Ese tipo de convenio es uno de los más exigentes, pues el dinero se va entregando por partes, pero antes de eso se hace una inspección rigurosa para determinar si se están cumpliendo o nó las condiciones exigidas por el FMI.
Como se sabe, la situación es candente en la nación austral luego de los resultados adversos para el gobierno de las elecciones primarias, que hundieron la moneda nacional y causaron pérdidas en los mercados bursátiles.
Así pues, esos 5 mil 400 millones de dólares son urgentes para Macri, pero la visita del Fondo ocurre en el momento menos oportuno porque la economía volvió a reventar el martes pasado y mostró todas las debilidades de una política equivocada y ruinosa, que hace aguas por los cuatro costados.
En pleno trabajo de la misión, las acciones de las principales empresas, entre ellas Yacimientos Petrolíferos Fiscales, se desplomaron, el índice riesgo país subió a 2001 puntos y el peso argentino cayó a 58.66 por un dólar, a pesar de que el Banco Central liquidó 302 millones de sus reservas, algo que hizo fruncir el ceño a los inspectores porque rebasó el techo que se había acordado.
Para decirlo de una manera gráfica, ante la severa mirada del FMI, el presidente se quedó colgando de la brocha.
Si Macri es hábil leyendo el lenguaje de las señas, comprenderá por qué la delegación del FMI en lugar de entrevistarse con él, lo hizo con el candidato presidencial opositor, Alberto Fernández.
Si acaso el gobernante no lo comprendió, lo ayudamos: para el Fondo Monetario Internacional todo parece indicar que en Argentina hay un vacío de poder, y el llamado a llenarlo es Fernández, no Macri. Así de fácil.
El ejecutivo hizo todo lo posible por culpar de la situación al peronismo, pero a estas alturas ya todo el mundo tiene claro que fueron las medidas que tomó desde 2015 las que forjaron el camino a la perdición, en particular la liberación del tipo de cambio y la libre importación y exportación de capitales. Vean que paradoja: Macri trajo de regreso al FMI, y ahora es el Fondo el que tiene la sartén por el mango y bien podría esperar hasta después de octubre si decide entregar, o nó, el siguiente tramo del crédito, lo que equivaldría a gritar en público que el partido Todos por el Cambio ya salió del ámbito de sus intereses.