Por: Guillermo Alvarado

Cuando todavía no termina de tomar calor la campaña por las elecciones presidenciales de Argentina, programadas para el 27 de octubre venidero, continúan apareciendo noticias de cómo la administración de Mauricio Macri arruinó al país y tiene a las provincias al borde de la asfixia por la deuda pública.

Hasta hace no mucho tiempo el gobierno de la coalición Cambiemos podía presumir de que sus políticas habían logrado mejorar los indicadores en varias de las regiones que forman la nación austral. Ahora, casi a las puertas de los comicios se revela que la situación ha dejado de ser favorable.

Es verdad que la transferencia de recursos frescos del Estado a los gobiernos locales, con marcada preferencia por la ciudad de Buenos Aires y la provincia del mismo nombre, tuvieron un efecto temporal positivo.

Sin embargo, con el entusiasmo venía la trampa. De la mano del ejecutivo nacional, muchas administraciones se sumaron al festival del endeudamiento entre 2016 y 2017, según nos recuerda el analista Javier Lewkowicz en un artículo publicado por el diario Página 12.

Las emisiones locales de deuda sumaron 12 mil 336 millones de dólares, con Buenos Aires a la cabeza con cinco mil 100 millones, aunque el fenómeno también ocurrio en Córdoba, Santa Fe, Chubut, Mendoza y Neuquén, sin que en ese momento hubiese ningún signo de preocupación.

A partir de 2018 comenzaron a sentirse los efectos de las medidas neoliberales, en particular la caída del valor del peso frente al dólar, la inestabilidad de los mercados, el incremento del riesgo país y la disminución del consumo y de la recaudación de impuestos.

Con menos dinero en sus arcas y con mayores tasas de interés, los gobiernos provinciales están con la soga al cuello. Un ejemplo claro es Buenos Aires, donde el presupuesto para los servicios de la deuda en 2019 es de 68 mil millones de pesos, mucho más que el dedicado a la salud y el triple del que se destina a Desarrollo Social.

Instigados a adquirir deuda de una manera irresponsable por la administración Macri, ahora no tienen como pagar y la caja central está vacía como para que alguien tuviese ilusiones de encontrar cierta ayuda.

La falta de recursos del Estado tiene que ver, recordemos, con el hecho de que durante el gobierno de Cambiemos se fugaron de Argentina la escandalosa cifra de 40 mil dólares por minuto, que representan 73 mil millones hasta ahora.

Macri busca desesperadamente cómo salir de este atolladero, quizás la principal razón de que haya pospuesto el inicio de su campaña por la reelección hasta principios de octubre pues, por el momento, no tiene nada que ofrecer a sus electores, que parecen dispuestos a abandonarlo en masa decepcionados y ofendidos por un universo de promesas, que llevó al país a la ruina y hundió a millones en la pobreza.