Por: Roberto Morejón
Como parte de su encandilada ofensiva contra Cuba, la conflictiva administración estadounidense apeló recientemente a dos agresiones político-diplomáticas.
El gobierno norteño expulsó en septiembre a dos funcionarios de la misión permanente de Cuba ante la ONU, bajo la absurda alegación de realizar actos incompatibles con su rango diplomático.
Las autoridades cubanas reservaron una respuesta oportuna y rechazaron el acto injustificado, dado el cumplimiento estricto de los diplomáticos de los términos de la Convención de Viena.
Cuando no se han apagado los ecos de aquella acción arbitraria, Estados Unidos negó visas a una delegación médica de la nación caribeña, invitada a participar en un foro de la Organización Panamericana de la Salud.
La misión cubana era de alto nivel pues estaría encabezada por el Ministro de Salud, José Ángel Portal, dadas las excelentes relaciones con las máximas entidades internacionales en materia sanitaria.
El director general de la Organización Mundial de la Salud, Tedros Adhanom Ghebreyesus, destacó en La Habana durante una visita realizada en abril de 2018 que en el complejo panorama global, el sistema de salud de Cuba es un modelo para el mundo.
Esa opinión es compartida en muchas latitudes y contribuye a respaldar las solicitudes de gobiernos a Cuba para el envío de médicos a naciones necesitadas.
Personal antillano presta servicio hoy en 67 países además de que en provincias del archipiélago estudian jóvenes de 138 naciones para graduarse como médicos.
La asistencia cubana de salud es objeto de una burda y encarnizada campaña de la administración de Donald Trump.
La Casa Blanca presenta a los profesionales de bata blanca como víctimas de una supuesta explotación laboral.
Se trata de una grosera calumnia que intenta restarle prestigio a misiones de salud de alcance técnico y humanitario, saludadas ampliamente.
Escudados en esa embestida diabólica, el magnate republicano y sus seguidores informaron en julio sobre la imposición de restricciones de visas a funcionarios cubanos relacionados con la cooperación de salud en el extranjero.
Con ese ardid impidieron el arribo de la delegación cubana al foro de la Organización Panamericana de la Salud.
Estados Unidos es responsable de obstaculizar una cooperación fructífera entre La Habana y la entidad panamericana que resulta de interés mundial.
Además, suma otra vez a su feroz persecución financiera y comercial inherente al bloqueo las aristas política y diplomática, sin el menor fundamento, pues persigue aislar a Cuba.
En Washington cometen un error si fantasean con una decisión de Cuba de suspender su desinteresada colaboración de salud a cambio de visas o su condicionada aprobación.