Por María Josefina Arce
Nunca quiso honores, ni homenajes, la mayor satisfacción del líder histórico de la revolución cubana, Fidel Castro, fue trabajar incansablemente por la defensa de la paz, la soberanía de Cuba, el bienestar de sus ciudadanos y la construcción de un mundo más equitativo y justo.
Su accionar e ideario han quedado para la posteridad y están cada día presentes en el quehacer cotidiano de cada cubano, en cada batalla que libramos para defendernos de las agresiones de Estados Unidos o en los esfuerzos que realiza la nación por construir una sociedad más próspera y sostenible.
La resistencia y dignidad que siempre mostró dejó el camino trazado para nunca darnos por vencidos, y seguir buscando alternativas y opciones ante las trabas impuestas por el imperialimo norteamericano o condiciones adversas internacionales.
Pero Fidel es también un ejemplo para el mundo y está presente en los incontables pueblos que fueron beneficiados con su humanismo y generosidad, pues una de sus principales preocupaciones fueron los pobres de la tierra, como los llamó el Héroe Nacional cubano, José Martí.
Y por ello no descansó hasta que muchos de ellos pudieron recibir por primera vez en sus vidas la atención médica necesaria de la mano de los cooperantes cubanos, o lograron su sueño de convertirse, a pesar de su humildad y escasez de recursos, en profesionales de la salud para ayudar a sus compatriotas.
La solidaridad que Fidel imprimió a la revolución cubana nunca se ha detenido, a pesar de campañas de descrédito y ataques de todo tipo. Y hoy los más humildes agradecen y reconocen altamente la ayuda cubana en materia de salud.
Su pensamiento ha sido también un referente para la lucha contra el cambio climático. Siempre previsor y consciente de los efectos de la actividad humana sobre el planeta, desde fecha tan temprana como 1992, en la Cumbre de la Tierra en Río de Janeiro, alertaba sobre el peligro del cambio climático para la vida.
Y en ese camino advirtió sobre el injusto orden económico internacional y sus consecuencias, cuando afirmó: “...El intercambio desigual, el proteccionismo y la deuda externa agreden la ecología y propician la destrucción del medio ambiente...”
Y precisamente la deuda externa del Tercer Mundo fue una de sus principales preocupaciones. Con su clara visión política el líder de la revolución cubana proclamó al mundo la imposibilidad de pagar ese abultado débito, pues su pago sería a expensas de la soberanía y el futuro de los pueblos.
Cada batalla que libró en las diversas tribunas internacionales ha sido una guía y una inspiración para otros pueblos que defienden su derecho a la vida, la soberanía y a vivir en un mundo más justo e inclusivo, por el que luchó incansablemente un hijo digno de Cuba y de América Latina: Fidel Castro.
