Por: Guilermo Alvarado
En una decisión bastante sagaz, la líder del Partido Demócrata en la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, no envió al Senado la documentación necesaria para iniciar un juicio político contra el presidente Donald Trump, lo que abre un compás de espera en este sonado espectáculo político.
El polémico magnate inmobiliario es ya el tercer gobernante de la nación norteña en ser acusado de faltas graves y sometido a un proceso de destitución, el llamado “impeachment”, pero todo parece indicar que permanecerá más tiempo de lo que se esperaba en una especie de limbo legal.
Pelosi no ha nombrado todavía a los representantes que defenderán el caso ante el Senado, dominado por los republicanos, ni tampoco envió a la Cámara Alta las acusaciones, así que no hay fecha para el juicio.
Para quienes no conozcan los entresijos de esta especie de juego de tronos, resultará extraño que Trump se haya enfurecido, aún más, cuando se enteró de la estrategia de los demócratas y dijo que esta demora en iniciar el proceso será “una mancha eterna de vergüenza” para ellos.
En un caso normal, para un acusado sería un alivio saber que no será enjuiciado pronto, pero en lo que se está viviendo alrededor de la Casa Blanca hay de todo, menos normalidad.
Sucede que el presidente tiene prisa por celebrar el juicio porque está absolutamente convencido de que será absuelto, por muy duras y contundentes que sean las acusaciones en su contra.
Ser declarado inocente equivale a limpiar su nombre y sus actos de cualquier mancha y hace desaparecer la suspicacia sobre su mandato. De esa manera Trump entrará de lleno a la campaña por su reelección con toda la fuerza del veredicto senatorial y tendrá la victoria al alcance de sus manos.
Como se sabe, la Cámara de Representantes decide si un gobernante va al impeachment, pero el juicio se celebra en el Senado y allí no hay manera de que el presidente sea condenado.
Así lo dijo el líder de la mayoría republicana en esa entidad, Mitch McConnell, cuando aseguró que en un eventual juicio contra Trump, él no será imparcial.
El resto de los senadores republicanos, y hasta un demócrata, Jeff Van Drew, tampoco se han molestado en demostrar sus simpatías hacia el presidente.
Ante esta situación la inesperada maniobra de Pelosi de demorar la presentación de cargos por abuso de poder y obstrucción del Congreso da otro giro al caso.
Si no hay impeachment, en el imaginario popular quedará siempre la duda de si fue correcta o no la presión que Trump ejerció sobre el presidente de Ucrania, Volodomir Zelensky, para investigar por supuesta corrupción al exvicepresidente Joe Biden y su hijo Hunter, con el objetivo final de sacarlo de la carrera por la Casa Blanca.
Por el contrario, si ocurre el proceso y el gobernante es absuelto, todo se desvanece, él se presenta como víctima ante sus electores, los demócratas hacen el ridículo y casi le entregarían el puesto por cuatro años más.
Eso es lo que está en juego en estos momentos y tendremos seguramente un fin de año sin desenlace a la vista por lo que, amigos, el espectáculo continuará.
