Por: Roberto Morejón
El año 2019 apuntaba difícil para la construcción y reparación de viviendas en Cuba por el cruce de un devastador tornado por La Habana, pero un marcado esfuerzo humano y organizativo dejó a la postre un balance alentador.
Los cubanos concluyeron en 12 meses más de 43 mil viviendas para un sobrecumplimiento del plan en 10 mil.
El hecho resulta inusitado en el país, surcado por limitaciones materiales inherentes al bloqueo estadounidense y recurrentes huracanes.
No pocas veces planes para levantar nuevos recintos familiares y reparar los dañados por cataclismos naturales o la erosión del tiempo tuvieron quebrantos ante un nuevo ciclón.
Estadísticas de abril último reflejaron que de un millón 155 mil 344 casas afectadas en el país, estaban pendientes por resolver más de 92 mil.
Además, 39 por ciento del fondo habitacional recibió la calificación de mal o regular estado.
En enero de 2019, el tornado azotó a la capital con 8 mil afectaciones, pero se inició rápidamente la reanimación.
Brigadas estatales recobraron inmuebles derruidos, aumentó la solidaridad de los vecinos con los damnificados y se abrieron fuentes de materiales para la construcción en los municipios.
Hoy se habla del 99 por ciento de soluciones de los daños ocasionados por el tornado en La Habana.
No obstante, al país le resulta engorroso responder a necesidades de viviendas acumuladas por las dificultades en la industria del cemento.
Esas plantas presentaron carencias tecnológicas y de combustible, estas últimas por la piratería estadounidense.
A pesar de ello, colectivos obreros estatales, cooperativas y las propias familias lograron atender en 2019 más de 47 mil perjuicios en la vivienda, derivados de contingencias meteorológicas del pasado.
Con el balance expuesto y los aseguramientos en marcha, Cuba se coloca en mejor situación para atender los agudos problemas de la vivienda.
El gobierno trazó una política implementada hace un año y revisa su aplicación periódicamente.
La estrategia reconoce contratiempos permanentes y circunstanciales, como los apremios en la adquisición de acero para acatar el plan de construcción y reparación de 2019.
La política delineada para los próximos 10 años busca respuestas emergentes ante las vicisitudes y borrar el déficit habitacional.
Se trata del principal problema social en Cuba, causante de infortunios por convivir varias generaciones en espacios limitados.
La sensibilidad hacia los sacudidos por el inconveniente prevalece en Cuba, junto a la exigencia de erigir viviendas más sólidas, resistentes a los repetidos ciclones.