Por: Guillermo Alvarado
California es en Estados Unidos el lugar donde con mayor crudeza se pueden observar las graves contradicciones del capitalismo, con personas que viven en una opulencia insultante y otras que carecen de lo indispensable, como trabajo, vivienda y salud.
Aunque el presidente Donald Trump insiste en pregonar los supuestos éxitos de su gestión económica, en ese país, la primera potencia mundial, más de medio millón de seres humanos tienen el cielo como techo y la mitad de ellos se concentran en las principales ciudades californianas.
De acuerdo con la profesora de la Universidad de California, Margot Kushel, es gente que no tiene acceso a baños, duchas o lavabos, carecen de un lugar donde preparar sus alimentos, pasan hambre, están en constante riesgo de que les roben sus escasas pertenencias y duermen mal y poco.
Las consecuencias para la salud suelen ser severas, según indica la especialista española en neurofisiología Victoria Fernández, quien señala que la privación del descanso produce a corto plazo irritabilidad, ansiedad y depresión.
A mediano y largo plazo puede conducir a disfunciones del sistema, problemas cardíacos, cerebrales, diabetes tipo II y favorecer la aparición de alzheimer, entre otras cosas.
En la ciudad de Los Ángeles, que tiene un clima bastante benigno, mueren como promedio tres indigentes al día. Esto resulta insólito porque se trata de un estado con abundantes riquezas y donde radican algunos hospitales de fama mundial, a donde no podría entrar nunca un sin techo.
Durante una visita realizada a esa región el año pasado, el presidente Trump propuso utilizar a la fuerza pública para desalojar a los pobres. Su argumento: viven en calles y carreteras de primera categoría o en portales de edificios donde hay gente que paga elevados impuestos.
Ante la negativa de la Casa Blanca de otorgar bonos de vivienda para superar la crisis, el gobernador local, Gavin Newsom, propuso como un objetivo para el 2020 invertir al menos mil 400 millones de dólares para crear albergues en espacios públicos y atender problemas de salud.
El proyecto contempla edificar casas en terrenos estatales, incluso en las cercanías de carreteras y autopistas, financiar visitas de emergencia a los hospitales e incluso donar casas rodantes, los llamados trailers, para usarlos como refugio temporal e instalar clínicas móviles.
Por supuesto se trata de una gota de agua en un mar de necesidades, pero es mucho mejor que la indiferencia mostrada por el gobierno federal y la Casa Blanca, cuyo propósito es criminalizar a los más pobres.
Recordemos una vez más que la indigencia no es una opción, sino el resultado de un sistema diseñado para favorecer a unos pocos privilegiados, al costo de la vida y la seguridad de la mayoría.