Por: Guillermo Alvarado
La “Operación Gedeón”, un monumental fiasco por medio del cual el hombre de paja de Estados Unidos en Venezuela, Juan Guaidó, pretendió derrocar al legítimo presidente de la nación bolivariana, ha sido calificada por algunos medios de comunicación como un “golpe privado”.
Como siempre, la gran prensa le hace a Washington el favor de limpiar la zona de desastre, pues semejante apelativo viene bien a la Casa Blanca para deslindarse de esa acción que quedaría, aparentemente, en manos de la oposición venezolana y un consorcio particular de seguridad estadounidense.
El mismo nombre de la acción se las trae. Gedeón fue, según la biblia, un guerrero llamado por dios para salvar a su pueblo asediado por los madianitas. Con sólo 300 hombres aniquiló en una noche a un ejército de miles y, de paso, redimió a los díscolos israelitas que se habían alejado del culto a jehová.
La metáfora, como se puede ver, es muy exacta. Pero la obra, concebida como acto heroico devino comedia de mala calidad pues el nuevo Gedeón, el mercenario de origen canadiense y de ciudadanía en Estados Unidos, Jordan Goudreau, no pudo pasar del primer acto a pesar de firmar un jugoso convenio de 212 millones de dólares, que serían cobrados con petróleo.
Hasta donde se sabe, Goudreau formó parte de las tropas especiales del Pentágono en Afganistán e Iraq y cuando se retiró creó en Miami, nada menos, la empresa privada de seguridad Silvercorp.
Fue allí donde el operador político de Guaidó, el señor Juan José Rendón, ahora separado del cargo, firmó el contrato que constaba de tres etapas. La primera, entrenar a los que llevarían directamente a la práctica la operación; luego eliminar o capturar al presidente Maduro y, en caso de esto último, subirlo a un avión y trasladarlo a Estados Unidos.
El tercer momento no tiene desperdicio. Silvercorp dispondría de 450 días, prorrogables, para “estabilizar el país”, es decir eliminar cualquier vestigio de socialismo o chavismo en todo el territorio. Más de un año de terror con persecución, detenciones, torturas y asesinatos.
Aunque lo nieguen Donald Trump y su secretario de Estado, Mike Pompeo, todo esto hubiese sido imposible sin la implicación de las más altas autoridades estadounidenses por varias razones, entre ellas que Guaidó jamás haría nada, absolutamente nada, sin el consentimiento de sus patrones.
¿De dónde habría salido el presunto avión para trasladar al presidente Maduro al norte? Que se sepa Silvercorp no tiene ese tipo de aparatos.
Por cierto, Pompeo dijo que si ellos hubiesen participado directamente en la acción, ésta no habría fracasado. ¿Será que ya se le olvidó Vietnam?