Por: Guillermo Alvarado
Tal y como se había previsto, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, centrará su campaña por la reelección en los comicios de noviembre próximo en una guerra sin cuartel contra la migración, uno de los pocos argumentos que le quedan para tratar de sumar votos.
En ese sentido se explican dos acciones realizadas esta semana, luego del desastre de su mitin en Tulsa, Oklahoma, donde apenas pudo reunir unos seis mil adeptos, de los 40 mil que habían previsto congregar dentro y fuera de un estadio que lució medio vacío.
La primera de ellas fue extender hasta finales de año el congelamiento de visas y permisos de residencia a ciertas categorías de trabajadores extranjeros, apetecidos sobre todo por empresas tecnológicas y del sector de los servicios.
El argumento del magnate fue que esas personas llegarían ocupar plazas que necesitan ciudadanos estadounidenses, sobre todo ahora que el desempleo se ha disparado como consecuencia de la pandemia de Covid-19.
La verdad no es exactamente esa, pues se trata por lo general de especialistas en computación y otras tecnologías de punta o médicos y enfermeros que son contratados legalmente por empresarios por su talento y capacidad comprobados luego de un riguroso proceso de selección.
Un aliado de Trump, el senador de Carolina del Sur Lindsey Graham, dijo que quienes piensan que la migración legal perjudica al trabajador local, no comprenden cómo funciona la economía de Estados Unidos.
Thomas Donohue, de la Cámara de Comercio estadounidense, señaló que rechazar a estos especialistas en lugar de ayudar a la reactivación de la economía, como cree el presidente, la perjudicará.
Otra acción polémica fue la visita en San Luis, Arizona, a un sector del muro que se edifica en la frontera con México, donde dijo que esa barrera no sólo detuvo a la migración, sino que también a la Covid-19.
Parece que nadie le ha dicho que su país amurallado es el que más casos tiene en el mundo, con casi 2,4 millones de enfermos y 122 mil muertos.
Trump se reunió en la ciudad de Phoenix con unos 3 mil jóvenes y a pesar de que la alcaldesa, Kate Gallego, exigió que todos debían llevar mascarilla, la mayor parte de los asistentes fueron al descubierto, igual que el presidente.
Aunque el jefe de la Casa Blanca insiste en acelerar la apertura de la economía, entre martes y miércoles ese país registró una nueva marca de contagios, con 38 mil 115 casos en 24 horas, siendo Florida, Texas y California los más afectados.
Así y todo, Trump sigue su marcha obstinada en contra de la realidad, la vida de sus ciudadanos y hasta de la decencia.