Por Maria Josefina Arce
Desde que se fundó en 2004 por Cuba y Venezuela, la hoy ALBA- TCP, Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América-Tratado de Comercio de los Pueblos, a la que se han ido sumando otras naciones, ha aunado esfuerzos para avanzar en el desarrollo sostenible de sus países miembros y del resto del continente.
Ahora ante la COVID 19, que significa un retroceso en lo económico y social, concreta acciones para minimizar las afectaciones de la pandemia, que organismos internacionales y del área califican de devastadores para una economía mundial ya debilitada.
Para la CEPAL, Comisión Económica de la ONU para América Latina y el Caribe, la región que ya el pasado año registró apenas un crecimiento de 0,1 por ciento, ahora sufrirá una contracción económica de un 1,8 por ciento de su Producto Interno Bruto.
Este desfavorable panorama llevaría a que de un total de 620 millones de habitantes, el número de pobres en la zona suba de 185 a 220 millones y la pobreza extrema alcance a noventa millones, lo que implicaría un alza significativa en los niveles de hambre.
Por eso y ante el desafío que representa la enfermedad causada por el nuevo coronavirus, el mecanismo integrador, reunido de manera virtual, determinó relanzar el programa ALBA- Alimentos para la producción y distribución de esos productos que permitan atender las necesidades de los pueblos.
En el encuentro conjunto de los Consejos Político y Económico del bloque, Venezuela solicitó además, la creación de un Fondo Humanitario, respaldado por el banco del organismo, con el fin de dar respuesta y apoyo financiero a las iniciativas en beneficio de los pueblos ante cualquier contingencia.
Con 15 años de creada la Alianza exhibe avances en su labor por transformar las sociedades latinoamericanas en más justas, cultas, participativas y solidarias. Múltiples son los proyectos puestos en marcha con ese fin en diversas esferas como la economía, educación, salud, cultura y deporte.
En ese contexto se inscriben la Misión Milagro, programa de rehabilitación oftalmológica que favorece a ciudadanos de escasos recursos, y el estudio clínico genético psicosocial de personas con discapacidad, que ha permitido la adopción de políticas que promuevan su reinserción en la sociedad.
Gracias a las campañas de alfabetización llevadas a cabo por el mecanismo, países como Venezuela, Bolivia y Nicaragua fueron declarados Territorios Libres de Analfabetismo por la UNESCO, Organización de Naciones Unidad para la Educación, la Ciencia y la Cultura, mientras otros mejoraron sus índices educativos.
Un bloque que ha demostrado que relaciones de nuevo tipo, solidarias y sin condicionamientos, pueden hacer mucho en beneficio de los pueblos no puede, como expresó el canciller venezolano, Jorge Arreaza, quedarse de espectador, sino que debe asumir acciones conjuntas para mitigar los daños de la COVID 19 y continuar trabajando por el bienestar de sus ciudadanos.