Por: Roberto Morejón
Como en el viejo Oeste, el Presidente estadounidense amenazó delirantemente a la OMS, Organización Mundial de la Salud, y como la aludida ignoró sus exigencias de cambios, Donald Trump abrió fuego e informó su salida de esa entidad tan necesaria.
El principal contribuyente de esa colectividad especializada la dejará sin fondos necesarios para muchos de sus programas beneficiosos de la Humanidad.
La partida oficial, bravuconerías mediante, ocurre en momentos significativos, pues la organización víctima del desplante de la administración Trump alertó sobre la aceleración del proceso de transmisión del virus SARS-Cov-2.
Igualmente, advirtió que NO se ha alcanzado el pico de la pandemia por la COVID-19.
Las estadísticas calzan tales avisos al registrar el mundo 11,4 millones de casos de la letal enfermedad y un número superior a los 535 mil fallecimientos.
O sea, en tal escenario nada halagüeño la lógica indica mantener y respaldar servicios como los brindados por la OMS.
Pero el magnate inmobiliario prefiere seguir negando la pandemia, de la que se mofa e incluso rechaza protegerse personalmente.
Tampoco exhibe una gestión eficiente de la crisis sanitaria en su país, situado a la cabeza en el planeta por la incidencia del mal.
Quien hostiga a la OMS porque en su criterio está parcializada hacia China, es el mismo que convoca a actos de campaña electoral sin que los organizadores adopten las medidas preventivas indispensables.
Además de satanizar a la Organización Mundial de la Salud, el inquilino de la Casa Blanca aprovecha para lanzar un guiño a sus enfebrecidos seguidores, de cara a la consulta electoral de noviembre próximo.
A ellos también les pone en bandeja de plata su afán de liquidar el multilateralismo, tal y como hizo desde su arribo al poder en 2016.
Sin embargo, a sus adictos que como él impugnan la protección para mitigar el peligro de contagios, NO podrá decirles que el mundo lo acompaña en sus ataques contra la OMS.
En la última asamblea anual, Washington quedó abandonado, al eludir otros países secundar los intentos de poner en entredicho la dirección de la OMS.
La comunidad internacional NO puede cooperar en el remate de organismos internacionales que como la Organización Mundial de la Salud contribuyen a enfrentar, con información certera y apoyo concreto, una amenaza tan letal para la vida como la COVID-19.