Para el resto del año, los científicos auguran un mayor calentamiento del clima, que, además del aún más molesto calor, producirá una extensa sequía en diversos lugares del planeta, con la proliferación de incendios y de olas de más de tres metros de altura que pondrán en peligro las tierras bajas, como en los lugares que circundan a la bahía australiana de Beaufort.
Tal hecho demuestra que la lucha contra el cambio climático, por una mayor limpieza del ambiente y de lograr la salud en este sentido, no se debe descuidar ni un momento, y más cuando algunos países están usando la pandemia del COVID-19 para relajar sus políticas de protección al medioambiente, algo irresponsable y peligroso.
Ello por supuesto, constituye una violación de los derechos humanos y hace que ciertos gobiernos se pongan a la misma altura del de Estados Unidos, un ente que lo niega todo, desafía lo racional y le importa un bledo lo que suceda con los pueblos, incluido el suyo, con tal que no se pierdan dividendos y golpee a la economía.
La deforestación, la agricultura industrial, el comercio ilegal de vida silvestre, los cambios climáticos aumentan el riesgo de futuras pandemias.
Un comunicado al respecto de Naciones Unidas criticó el anuncio realizado por varios gobiernos donde indican que están reduciendo sus exigencias medioambientales, suspendiendo los requisitos de vigilancia ambiental, disminuyendo la aplicación de las normas ecológicas y limitando la participación pública.
"Es probable que estas decisiones políticas den lugar a un deterioro acelerado del medio ambiente y repercutan negativamente en una amplia gama de derechos humanos, como el derecho a la vida, la salud, el agua, la cultura y la alimentación, así como el derecho a vivir en un entorno saludable", enumeró.
Y es que tal como indican las evidencias científicas, las personas que habitan en zonas con mayores niveles de contaminación atmosférica, sufren un mayor riesgo de muerte prematura a causa de la COVID-19. Del mismo modo, el acceso al agua limpia es esencial para evitar que las personas contraigan y propaguen el virus.
Una de las lecciones que podemos extraer de la pandemia del coronavirus es que demuestra la vital importancia de conservar un medio ambiente seguro, limpio, saludable y sostenible.
Del mismo modo, tres cuartas partes de las enfermedades infecciosas emergentes son por "zoonosis", o sea que se transmiten de los animales salvajes o domesticados a los humanos, como por ejemplo sucede con el ébola, el SARS, el MERS, y ahora con el COVID-19.
Los científicos advierten que la deforestación, la agricultura industrial, el comercio ilegal de vida silvestre, el cambio climático y otros tipos de degradación ambiental aumentan el riesgo de futuras pandemias, elevando la probabilidad de graves violaciones de los derechos humanos.
Así, una decisión "miope" como la de debilitar o interrumpir las regulaciones ambientales, solo servirá para empeorar aún más la situación.
Por eso, venciendo los egoísmos que provienen principalmente de gobiernos que han implantado una ecónoma neoliberal, es necesario acelerar los esfuerzos para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible del 2030, ya que conseguir un medio ambiente sano es una forma eficaz de prevenir pandemias y proteger los derechos humanos.(CubaSí)
Cambio climático-COVID-19: Inexcusable excusa
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