Por: Guillermo Alvarado
No era el tema previsto para este viernes, pero la noticia de que el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, abrumado por las críticas y la dura realidad tuvo que ordenar el retiro de las fuerzas federales de la ciudad de Portland, Oregon, merece a mi juicio atención y análisis.
Estos agentes, un grupo seleccionado entre los servicios de aduanas, protección fronteriza y la agencia de migración, fueron enviados a esa urbe para reprimir a los miles de personas que durante más de dos meses protestan contra el racismo y la brutalidad policial.
De acuerdo con la gobernadora de Oregon, Kate Brown, no llegaron por petición de las autoridades locales y más bien actuaron como una fuerza de ocupación que no rinde cuentas a nadie e incluso incrementaron los niveles de violencia y malestar social en ese estado y otros lugares.
Sin amilanarse, la población respondió noche a noche con palos, botellas y fuegos artificiales a los secuestros, las balas de goma y el uso de gases tóxicos por parte de estos agentes.
Ante la pregunta de por qué Trump decidió que era más barato un escape a tiempo que su obstinación de presentarse como la figura de la ley y el orden, la respuesta está en la cercanía de las elecciones presidenciales.
No debe haber sido fácil para el polémico magnate agachar la cabeza y salir con la cola entre las piernas y así lo indica su bravata final de que, sin los federales, Portland habría sido incendiada por los manifestantes. Amenazó con volver si la gobernadora y el alcalde no pueden controlar la situación.
Brown respondió que el movimiento Black Lives Matter, Las Vidas Negras Importan, había generado en Oregon y en el resto del país un levantamiento histórico que reclama los derechos de la comunidad afroestadounidense y exige que la policía rinda cuentas por sus actos.
Este caso se viene a sumar a la serie de reveses que Trump ha recibido en las últimas semanas y demuestra que la tozudez del jefe de la Casa Blanca no es invencible, como él se empeña en hacer creer.
A prácticamente tres meses de la votación, la lucha se hace cuesta arriba para el presidente y la semana que viene el candidato del partido Demócrata, Joe Biden, va a revelar la identidad de su acompañante en la contienda.
Se comprometió a que será una mujer y se barajan en la prensa los nombres de tres afrodescendientes, Susan Rice, exconsejera de Seguridad Nacional; Val Demings, representante por Florida; y Stacey Abrams, de Georgia.
Se les suma la senadora Kamala Harris, cuyos padres son de Jamaica e India, y también está en la nómina la legisladora progresista Elizabeth Warren. Más tela para el análisis, mis amigos. Hasta entonces.