Les carabiniers chargent brutalement les manifestations à Santiago du Chili. Photo: Prensa Latina
Por: Roberto Morejón
El obligado cambio de mando en Carabineros ante un gravísimo hecho puntual se inscribe en la larga trayectoria de ese cuerpo policial militarizado chileno, cuestionado por no desechar una impronta con sello propio de la dictadura de Augusto Pinochet.
La precipitada renuncia del jefe del cuerpo armado Mario Rozas a quien el presidente Sebastián Piñera expresó gratitud y admiración, está vinculada a las heridas recibidas por dos adolescentes.
Agentes de Carabineros realizaron un discutido operativo nada menos que en un hogar de menores.
El repudio generalizado de la sociedad por lo ocurrido se suma a múltiples denuncias por abusos de los Carabineros a lo largo de su camino, pero más palpables desde el estallido social en octubre de 2019.
Para sofocar aquellas protestas prolongadas durante meses contra el modelo neoliberal la policía integrante de las Fuerzas de Orden y Seguridad de Chile utilizó apremios de forma desmedida.
Entidades internacionales, familiares de víctimas y observadores los calificaron de violación de las libertades ciudadanas.
El Instituto Nacional de Derechos Humanos presentó centenares de querellas contra Carabineros en representación de personas que adujeron sufrir torturas y otros tratos vejaminosos.
Desde esa fase de la vida nacional el cuerpo de uniformados creado en 1927 con nombre derivado de las caballerías que portaban carabinas, se colocó en el centro de las críticas.
Con unidades especializadas para neutralizar manifestaciones, tráfico de estupefacientes y realizar labores de inteligencia, Carabineros debía ser apolítico, pero en la práctica responde a un interés de quebrar a la oposición más activa.
Coronada por un bajo índice de popularidad, la entidad fue comandada hasta ahora por el general Rozas, quien llamativamente permaneció en el cargo a pesar de que tres ministros del Interior debieron cesar funciones, precisamente, por la impugnada gestión de Carabineros.
Un nuevo mando asumió las riendas con el encargo presidencial de aplicar lo que denominaron “modernización”.
La tarea fue confiada a Ricardo Yáñez, quien como credencial exhibe ser el brazo derecho de Rozas y actual subdirector del organismo.
Públicamente nadie habló de compromiso con renunciar definitivamente al uso de la violencia y otras arbitrariedades atribuidas al tristemente célebre cuerpo policial.