Por: Roberto Morejón
Mientras funerarias y hospitales estadounidenses están sobresaturados por la COVID-19, la administración de Donald Trump mira hacia otro lado y sanciona a países, incluyendo Cuba.
La más reciente contra la nación caribeña estuvo acompañada de un trillado pretexto y está enfilada contra el Banco Financiero Internacional, al que incluyó en una llamada lista negra.
Como resultado, los estadounidenses no podrán hacer transacciones con esa entidad, una de las legalmente establecidas en Cuba, pero demonizadas por el magnate republicano y sus conspiradores.
La perfidia mezclada con paranoia llevó a los inquilinos de la Casa Blanca a recrudecer el bloqueo a niveles nunca vistos.
Con torcidas excusas, sumaron a la lista negra con anterioridad a la financiera cubana FINCIMEX y ocasionaron el cierre de las oficinas de la Western Union en el archipiélago caribeño.
Se trataba de otro paso para entorpecer los lazos entre las familias cubanas, hacia cuyo objetivo también se encaminó la colocación de trabas al envío de remesas.
Los extremos abarcaron la reducción de los viajes de estadounidenses a Cuba, la prohibición de adquirir puros y ron, alojarse en hoteles del gobierno y cancelar los viajes de cruceros.
Los más recientes ataques, que podrían incluir según The New York Times la incorporación de Cuba a una macabra lista de patrocinadores del terrorismo, están subordinados a los planes de Trump de desordenarle el camino a la venidera administración demócrata.
A su vez, el Presidente complace a la extrema derecha de la emigración de origen cubano en la Florida , por contribuir con siniestras campañas al triunfo del republicano en el mencionado Estado en las elecciones de noviembre último.
Cualquier cosa es posible para embestir a quienes considera adversarios mientras sigue de brazos cruzados ante récords negativos de la COVID-19 en Estados Unidos.
Trump juega al golf en tanto llegan a más de 20 millones los compatriotas que sucumben a la pandemia, la cual el gobernante negó, para luego afirmar que era solo una “gripe”.
Si con su pésima gestión sanitaria dejó al país en una crisis económica e insiste en negar los resultados de las elecciones pasadas aunque fracasaran 60 demandas judiciales, entonces Trump debe calificarse de gran irresponsable.
La insensatez lo lleva a hacer al Caribe y al resto del mundo más inseguros.