Activistas fueron baleados en el centro de la capital mientras regresaban de un acto político en una camioneta. AFP
Por María Josefina Arce
Desde diciembre pasado El Salvador está en campaña electoral de cara a los comicios legislativos y municipales del venidero día 28, en los que participan 10 organizaciones políticas.
Pero la violencia amenaza el proceso, tras el ataque armado de los últimos días contra una caravana de simpatizantes del opositor FMLN, Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional, que ocasionó dos muertos y cinco lesionados.
Injustificable acción que muchos afirman tiene relación con el discurso de odio del presidente Nayib Bukele, cuya reacción inicial no fue condenar la agresión, sino calificarla como un plan de los que llamó partidos moribundos, aunque sin precisar formación.
De hecho la Comisión Política de la Asamblea Legislativa, tras conocer el incidente, pidió a Bukele y al vicepresidente Félix Ulloa evitar los mensajes de odio y confrontación.
Desde que llegó a la Casa presidencial en 2019 esa ha sido la tónica del mandatario, quien incluso ha intentado desprestigiar el acuerdo de paz que puso fin a más de una década de guerra en la nación centroamericana.
Bukele, quien llegó a las alcaldías de Nuevo Cuscatlán y de San Salvador por el FMLN, ha calificado de "farsa" y "negociado" el acuerdo suscrito hace 29 años por el gobierno del entonces presidente Alfredo Cristiani y el otrora guerrillero Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional.
El jefe de estado fomenta sin dudas, un clima de zozobra e incertidumbre. No ha dejado de referirse a un supuesto fraude en los venideros comicios, a pesar de que el partido oficialista Nuevas Ideas, según las encuestas, marcha como favorito.
Diversas organizaciones afirmaron que hasta el momento el presidente no ha presentado ninguna prueba al respecto, y recordaron que al frente del Tribunal Supremo Electoral está una delegada del partido gubernamental.
Para muchos el discurso de Bukele es irresponsable y puede ocasionar inestabilidad social y política de cara a los comicios, en los que serán designados 84 diputados de la Asamblea Legislativa y los gobiernos de los 262 municipios salvadoreños.
Lo cierto es que el mandatario ha buscado siempre la confrontación e imponer su criterio. Recordemos cuando en febrero de 2020 irrumpió en el Congreso con el ministro de Defensa y los militares para implantar por la fuerza su política.
Si de algo tienen que cuidarse los salvadoreños de cara a las elecciones es de la postura de odio, poco democrática y autoritaria de Bukele y su gobierno, que amenaza el buen desarrollo de la justa electoral.