Candidato de la Unión por la Esperanza en Ecuador, Andrés Arauz. Foto: Archivo/RHC.
Por: Roberto Morejón
Ante la posibilidad de una victoria electoral del candidato de la Unión por la Esperanza en Ecuador, Andrés Arauz, la derecha dentro y fuera del país se moviliza para impedir tal desenlace.
Esa eventualidad está salpicada por los coletazos de la más rancia línea conservadora ecuatoriana, desmoralizada por la pésima gestión del presidente Lenín Moreno.
Las imágenes de los cadáveres insepultos en las calles de Guayaquil durante la pandemia acompañarán la presente ejecutoria de las autoridades.
Pero quienes apoyaron al gobierno saliente miran hacia otro lado y dinamitan la plataforma de la única alternativa de trabajo coherente de cara a las necesidades del pueblo, enarbolada durante la accidentada campaña electoral.
Se trata de la defendida por el binomio de Andrés Arauz y Carlos Rabascall, quienes fueron objeto de triquiñuelas, jugadas pseudos legales, manipulaciones y ataques.
La prohibición con argumentos de dudoso orden para barrer la participación del expresidente Rafael Correa quien en inicios iba a acompañar a Arauz, fue una de las primeras señales del juego sucio.
Después se sumaron medios de prensa de países vecinos.
La revista Semana, de Colombia, habló de una supuesta relación del insurrecto Ejército de Liberación Nacional con la candidatura de la Unión por la Esperanza en Ecuador.
Desmentida por los señalados como presuntos receptores de apoyo financiero, la batería de fake news correspondió entonces al diario argentino Clarín.
La fuente soltó el rumor de que Arauz se vacunó contra la COVID-19 en Argentina para contrastar esa supuesta conducta con la situación de la mayoría de los ecuatorianos, inermes ante la pandemia.
El consultor político Amauri Chamorro, quien según el embuste habría facilitado la inmunización, desmintió la versión.
Con acierto, analistas señalaron que una parte importante de los periodistas envueltos en las falsedades contra los candidatos progresistas en Ecuador reciben respaldo de entidades financiadas desde Estados Unidos, a través de la NED, Fundación Nacional para la Democracia.
Las reglas del juego se basan en confundir a los votantes por cualquier vía, por sinuosa que fuera.
Solo los ecuatorianos deberían discernir quién los gobernará, siempre que se hiciera en una atmósfera constructiva y ética, imposible de crear en el país sudamericano en los últimos meses.