Por María Josefina Arce
Es un hecho. El presidente de Chile, el derechista Sebastián Piñera, no puede ocultar su empatía con la dictadura militar del general Augusto Pinochet, que dejó decenas de miles de víctimas, entre muertos, detenidos-desaparecidos, torturados y exiliados.
Piñera nunca se ha referido a aquella sangrienta época de la historia chilena como dictadura, siempre la ha calificado como gobierno o régimen militar.
Y aunque ha manifestado que no la apoyaba, expresó su solidaridad con Pinochet cuando éste fue detenido en Reino Unido a finales de la década del 90 del siglo pasado, y lo ha calificado como ex presidente y no como dictador.
Pero el mandatario ha ido más lejos. Bajo su primer gobierno, de 2010 a 2014, se aprobó cambiar los textos escolares para que no se hablara de dictadura sino de régimen.
Incluso en este, su segundo mandato, nombró en mayo pasado como ministra de la Mujer y Equidad de Género a Macarena Santelices, sobrina nieta de Pinochet y quien además, en ciertas ocasiones dijo que no se podía olvidar lo bueno del régimen militar.
Treinta y tres días duró en el cargo, ante la fuerte oposición de diversos sectores, que calificaron el nombramiento como una afrenta a las féminas violentadas durante aquel triste periodo.
Ahora vuelve a las andadas el multimillonario presidente y nombra como nuevo ministro de Trabajo y Previsión Social a Patricio Melero, quien también tuvo nexos con la dictadura militar.
La sociedad ha reaccionado indignada. De burla, desprecio y una falta de respeto a los trabajadores ha calificado el nombramiento de Melero, una figura bastante polémica no solo por su pasado sino también por su respaldo a la élite empresarial , en detrimento de los sectores más humildes.
De hecho han denunciado que como diputado fue siempre un férreo opositor al mejoramiento de las condiciones laborales de los chilenos. Un claro ejemplo su rechazo a la reducción de la jornada de trabajo a 40 horas.
Son muchos igualmente los que recuerdan que el actual ministro asumió en 1983 como director de la Secretaría Nacional de la Juventud, un organismo creado por la dictadura, que dos años más tarde lo nombraría como alcalde de Pudahuel.
En 1998 viajó a Londres para expresar su apoyo a Pinochet, detenido en virtud de una orden internacional de captura hecha por el juez español Baltasar Garzón, quien buscaba enjuiciarlo por el asesinato de varios ciudadanos españoles durante la dictadura militar.
Es amplio el rechazo a este nombramiento y que como varias acciones de Piñera ponen en duda sus declaraciones de que no apoya
a la dictadura del general Augusto Pinochet, que dejó tantas heridas en una sociedad que no quiere un retorno al pasado.