Imagen ilustrativa.
Por: Roberto Morejón
Los conservadores en el Parlamento Europeo buscan desesperadamente brechas para satanizar a Cuba.
En sintonía con el retrógrado Partido Republicano en Estados Unidos y extremistas cubanoamericanos en aquel Congreso, la derecha en el Parlamento Europeo busca suspender el Acuerdo de Diálogo Político y Cooperación Unión Europea-Cuba.
De esa forma se oponen a una corriente en la Unión Europea que rechaza al bloqueo de Estados Unidos contra la nación antillana y que dejó atrás la denominada posición común, alentada por un ex gobernante español.
La Unión Europea reprueba igualmente la connotación extraterritorial de la Ley Helms Burton porque perjudica los intereses de sus empresarios, con inversiones en Cuba.
Nada de eso les interesa a los conservadores a pesar de ensayar discursos que describen como democráticos, aunque en ellos ponen de relieve una visión estrecha y cuestionable del modo de cumplirse las prerrogativas ciudadanas.
Porque si de ultraje a los derechos elementales del individuo se trata, los exponentes en el Parlamento Europeo de las más vetustas posiciones contra Cuba, deberían llevar al debate el bloqueo de Washington.
O quizás dejar de hacer oídos sordos a brutales transgresiones en varias latitudes.
Embarcados en cruzadas contra Cuba, ellos viven de espalda a las matanzas de la fuerza pública durante el paro nacional en Colombia.
Los aludidos tampoco revisan las denuncias de la existencia de centenares de detenidos en Chile después del estallido social de 2019 y que colectivos humanitarios califican de prisioneros políticos.
Celosos defensores de la libertad de expresión, según dicen, legisladores reaccionarios con escaño en el Parlamento Europeo seguramente fingieron ignorar la brutal campaña difamatoria de prensa contra uno de los candidatos a la presidencia en Perú, por defender ideas progresistas.
El problema es que todos los métodos por sucios que sean son válidos para manipular las realidades de figuras y gobiernos que no siguen patrones dictados en cierto país norteño.
Ese doble rasero y selectividad, así como la falta de objetividad e imparcialidad en la alegada fiscalización de los derechos humanos, revelan a los cubanos que los promotores de iniciativas hostiles contra el archipiélago caribeño en la Eurocámara se mueven con evidentes motivaciones políticas.