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Por María Josefina Arce
Pobreza, violencia, ataques contra los pueblos indígenas, asesinato de sus líderes, corrupción y vínculos con el narcotráfico ese es el panorama de Honduras 12 años después del golpe de estado contra el entonces presidente Manuel Zelaya.
Elegido democráticamente en las urnas en noviembre de 2005 con 49, 9 % de los votos, Zelaya marcó un cambio en Honduras. La nación centroamericana registró un crecimiento económico y se crearon decenas de miles de empleos.
Los programas sociales puestos en marcha favorecieron a los sectores más vulnerables. La Estrategia para la Reducción de la Pobreza benefició a más de un millón de hondureños y en materia educativa se logró alfabetizar a 24 mil adultos.
Bajo los tres años de mandato de Zelaya el país se incorporó a mecanismos solidarios como la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América-Tratado de Comercio los Pueblos y PETROCARIBE, a través de los cuales se desarrollaron diversas iniciativas de gran impacto social.
Pero las transformaciones que se registraban en territorio hondureño chocaban con los intereses de los poderes tradicionales, que con la complicidad del ejército y el visto bueno de Estados Unidos y la OEA, Organización de Estados Americanos, depusieron a Zelaya en junio de 2009.
Hoy Honduras es otro país. El gobierno de facto de Roberto Micheletti y de su sucesor Porfirio Lobo fueron desarticulando los logros registrados bajo la presidencia de Zelaya.
Para finales del pasado año setenta por ciento de la población ya vivía en la pobreza, una situación agravada por la COVID 19 y la poca ayuda del gobierno del actual mandatario Juan Orlando Hernández.
La corrupción es otro de los males que ha ido ganando terreno. Sonados fueron los casos de la esposa del ex presidente Porfirio Lobo, acusada de desviar fondos gubernamentales destinados a obras sociales, y el del Instituto Hondureño de Seguridad Social, en el que un grupo de funcionarios afines al Partido Nacional, hoy en el poder, robaron 335 millones de dólares.
Ahora el actual gobierno ha sido vinculado con el narcotráfico. De hecho, un hermano del presidente ha sido juzgado en Estados Unidos por esa actividad ilícita.
La violencia también se ha acrecentado. Honduras está considerado como una de las naciones más inseguras del mundo. Con cerca de cuatro mil asesinatos cerró 2020, a pesar de las medidas de confinamiento impuestas por la pandemia.
De acuerdo con las estadísticas, en territorio hondureño se registran 37 homicidios por cada cien mil habitantes. La violencia, alentada por las desigualdades y la falta de oportunidades, forma parte de la cotidianidad de los hondureños, que recurren a la emigración como vía para escapar del desolador panorama del país.
En noviembre venidero tendrán lugar las elecciones generales en Honduras, un país inmerso en una crisis económica, social y sanitaria y dónde la COVID 19 ya se ha cobrado unas siete mil vidas y los contagiados llegan a los 260 mil.