Por María Josefina Arce.
Los candidatos vacunales que desarrolla Cuba contra la COVID 19 no solo han acaparado titulares, sino que han despertado la admiración de muchas naciones del mundo, ante el esfuerzo desplegado sobre todo en medio de las limitaciones que impone el bloqueo norteamericano.
Es sabido que este logro es prácticamente imposible para gran parte de los países. La investigación, producción y comercialización de este tipo de fármaco está en manos de grandes empresas del mundo, que mueven millones anualmente.
En los últimos días a través de su presidente Andrés Manuel López Obrador expresó México su interés en Abdala y Soberana 02, que han probado ser seguras y desarrollan una respuesta inmune.
De acuerdo con las autoridades sanitarias, Abdala tiene una eficacia de 92, 28%, mientras que Soberana 02 con dos dosis y una tercera de Soberana Plus alcanza un 91,2%.
Es ese interés del país azteca una muestra más de la confianza que existe en la biotecnología cubana, y que igualmente han expresado otros estados de diversas latitudes, conocedores del alto desarrollo del archipiélago en esta rama, gracias a la voluntad política del gobierno que ha destinado importantes recursos para la formación de su personal científico.
Recientemente Cuba y Argentina dialogaron en La Habana sobre los inmunos cubanos. A principios de mayo pasado el presidente argentino, Alberto Fernández, había destacado el avance de Abdala y Soberana 02.
En el Caribe los pasos dados por la Mayor de las Antillas en la concepción de sus candidatos vacunales han sido calificados de alentadores y de una esperanza para la región.
La realidad es que Cuba cuenta con un enorme caudal de conocimientos y un gran potencial en su polo científico, iniciativa del líder histórico de la revolución Fidel Castro, que supo ver que en la ciencia estaba el futuro del país.
Hoy el 80% de las vacunas que incluye el Programa Nacional de Inmunización es producido en territorio cubano y en la actualidad varias enfermedades ya no constituyen un problema de salud.
Asimismo, más de cuatro millones de cubanos han sido inmunizados a lo largo de estos años con la vacuna contra la hepatitis B y desde el año 2000 no se detecta este virus circulando en niños menores de cinco años.
Por demás, los medicamentos concebidos por nuestros investigadores hoy son empleados en muchas regiones del mundo por su alta eficacia en el tratamiento de determinadas dolencias.
Cuba apostó desde el principio por una respuesta soberana frente al desafío sanitario y un escenario de un mundo dividido por la adquisición de inmunos. Y ya se han suministrado en el país unos siete millones de dosis de Abdala y Soberana 02.