Al habla con todos

Editado por Lorena Viñas Rodríguez
2021-08-23 07:32:06

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El frecuente diálogo del presidente de la República, Miguel Díaz-Canel, con jóvenes apunta hacia ese mayor contacto con inquietudes y sugerencias de las personas.

Por: Roberto Morejón

Con un repunte agudo de la Covid-19 y estrecheces inherentes al recrudecimiento del bloqueo estadounidense, pareciera no quedar espacios a los cubanos para ampliar su participación ciudadana.  

Sin embargo, el gobierno ensaya alternativas, en la búsqueda de la dinamización de respuestas a problemas acumulados y la explicación cuando sea imposible materialmente atender reclamos populares.

El frecuente diálogo del presidente de la República, Miguel Díaz-Canel, con jóvenes apunta hacia ese mayor contacto con inquietudes y sugerencias de las personas.

Representantes de las nuevas generaciones escuchados en tales encuentros pulsan directamente el sentir de pobladores porque, entre otras tareas, apoyan el sistema de salud, visitan barrios, incluyendo vulnerables, llevan productos a ancianos aislados por la Covid-19 y ayudan a organizar filas en tiendas.

Los jóvenes constatan métodos acertados para atender las demandas acumuladas en comunidades y transmiten sus criterios.

Las damas no quedan excluidas de los encuentros con altos dirigentes del gobierno, sin que ello constituya una iniciativa circunscrita solo al aniversario de la Federación de Mujeres Cubanas.

Las compañeras trabajan, estudian, llevan las riendas de sus casas, atienden ancianos y niños y hacen filas para acceder a productos deficitarios.

Desde periodistas a juristas, desde intelectuales a alumnos de escuelas donde se forman diplomáticos y licenciados en cultura física, todos aportan y opinan.

Hablan de insatisfacciones, anhelos de tranquilidad ciudadana, condenan el cerco estadounidense y alertan sobre rumores y calumnias en circulación en las calles, como eco de campañas de descrédito en redes sociales sobre la Revolución.

Sin embargo, en esos ámbitos y en la prensa hegemónica silencian que a los cubanos les consultan, en tiempos donde es urgente llevar oxígeno medicinal, hoy escaso, a hospitales o determinar qué llevar a la olla doméstica.

Como subrayó recientemente Luis Morlote, presidente de la Unión de Escritores y Artistas, “El dilema central de nuestro tiempo es precisamente ético. Ante el grave inventario de problemas acumulado en la actividad cultural e ideológica resulta inexorable reevaluar los modos de participación, de expresión…”.

Es cierto que Morlote se refería a la cultura, pero sus conceptos pueden extenderse a toda la sociedad en instantes en que, como dijera, se lucha por vencer la filosofía del “sálvese quien pueda”, acompañada de la ignorancia y la calumnia.



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