El Salvador está calificado como uno de los países más peligrosos del mundo para las mujeres.
Foto: The New York Times
Por María Josefina Arce (RHC)
El Salvador está entre los países de América Latina y el Caribe que registra uno de los mayores números de feminicidios y otros actos violentos contra mujeres y niñas. En la actualidad la cifra de crímenes de este tipo supera los índices considerados como epidemia Internacional.
Este concepto aplica cuando los casos son superiores a 10 por cada cien MIL habitantes, cálculo utilizado generalmente para medir el impacto de la violencia homicida.
La realidad es que entre enero y junio del presente año se contabilizaron casi cuatro mil delitos sexuales. Más de 1700 fueron contra niñas y adolescentes.
De acuerdo al registro de delitos sexuales, 785 crímenes se cometieron contra adolescentes de entre 15 y 17 años, mientras que 938 afectaron a niñas con edades entre cero y 14 años.
Organizaciones de derechos humanos alertaron que la cifra total, frente a los poco más de 965 MIL habitantes menores de edad, representa 178 delitos sexuales por cada 100 MIL niñas y adolescentes.
La alarma se ha encendido en el pequeño país centroamericano, donde ser del género femenino se ha convertido en todo un reto, mucho mayor tras la aparición de la COVID 19.
Las medidas de confinamiento para evitar la propagación de la enfermedad causada por el nuevo coronavirus llevaron a que muchas mujeres y menores convivan a tiempo completo con sus agresores.
Las altas cifras desmienten las palabras del presidente salvadoreño, Nayib Bukele, quien ignorando la compleja situación dijo el pasado año que este sector poblacional estaba más seguro bajo su mandato.
Bukele agregó que hay organizaciones de mujeres que responden a intereses partidistas y que por esa razón insisten en denunciar los casos de feminicidio y otros actos de violencia.
Recordemos que aunque fue absuelto por la justicia, cuando Bukele era alcalde de San Salvador fue acusado en 2017 de violencia verbal contra una mujer, miembro del Concejo municipal de la capital.
Pero lo cierto es que las féminas se sienten abandonadas a su suerte, dada la ausencia de políticas públicas de prevención de estos crímenes de odio y de oportunidades de trabajo y estudio que les permitan romper con ese ciclo de violencia.
Además, señalan que las autoridades no dan crédito a las denuncias y no responden adecuadamente. Al respecto precisan que es esa una situación muy común en las unidades especializadas de atención policial a las víctimas de estas acciones.
El Salvador está calificado como uno de los países más peligrosos del mundo para las mujeres, un hecho que al parecer las autoridades no están interesadas en cambiar. Para muchas el gobierno es sordo, ciego y mudo ante la violencia que sufren diariamente.