Refugiados afganos en Kirguistán (AFP).
Por: Guillermo Alvarado
En sus tradicionales oraciones del domingo el Papa Francisco, máximo líder de la iglesia católica, pidió al mundo que acoja a las decenas de miles de ciudadanos afganos, sobre todo a los más vulnerables, que tratan de salir de la nación centro asiática temerosos del gobierno del Talibán.
Reclamó también el pontífice que quienes decidieron quedarse en su país cuenten con el apoyo y la protección necesarias, que los jóvenes reciban educación y que todos, ya sea en casa, en tránsito o en otros lugares, vivan en paz y con dignidad.
Más de medio millón de personas podrían abandonar Afganistán antes de que termine este año, según estimaciones de la jefa de la oficina del Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados, ACNUR, Kelly Clements.
Tras el caótico proceso de retirada final de las tropas de Estados Unidos y sus aliados, luego de 20 años de guerra y ocupación, miles de personas quedaron abandonadas en el Aeropuerto Internacional de Kabul, y muchos otros que no pudieron llegar hasta esa instalación.
Esto hace temer que en poco tiempo estalle una crisis migratoria irregular, para la que algunos, como Grecia y Turquía, se preparan levantando muros y otros prefieren volver la cabeza hacia otra parte.
Desafortunadamente esto no es nuevo para ese pueblo, que lleva décadas funcionando como un gran emisor de refugiados debido a conflictos armados, problemas políticos internos y fenómenos naturales.
Desde 2001, cuando comenzó la guerra encabezada por Estados Unidos y secundada por la OTAN, Organización del Tratado del Atlántico Norte, la situación se hizo mucho más grave.
A partir de ese año alrededor de un millón 300 mil afganos huyeron del conflicto y se asentaron en Pakistán, además de una cantidad similar que no se registraron y viven sin documentos.
Otro gran receptor fue Irán, donde la cifra llegó hasta dos millones 400 mil, sin contar con menores cantidades que arribaron a Emiratos Árabes Unidos, Alemania, Países Bajos, Reino Unido, Qatar o Turquía, entre otros.
Como se ve, es una tragedia prolongada, que ahora se agudizó con el fracaso de Estados Unidos en instalar un gobierno más o menos sólido y un ejército moderno y disciplinado. Ambos se derrumbaron sin oponer resistencia al avance de las tropas del Talibán.
Si bien se exige al mundo, en particular a los responsables de iniciar la guerra, que reciban y den un trato digno a los afganos, no debe olvidarse que dentro del país hay al menos tres millones de refugiados internos, producto de una guerra injusta, que también necesitan atención y trato humano.