© UNICEF/Frank Dejongh
Por María Josefina Arce.
África continúa siendo el continente olvidado. Con un repunte desde agosto pasado de casos de COVID 19 y de la mortalidad, las vacunas llegan lentamente y cada vez se ensancha más la brecha con otras partes del mundo.
La situación ha hecho sonar las alarmas, dada la precariedad de sus sistemas sanitarios, resultado de siglos de colonización que llevaron a la explotación de sus recursos humanos y naturales, y a una marcada pobreza.
En muchas naciones se registra falta de camas, de unidades de cuidados intensivos, de médicos especialistas y del equipamiento imprescindible para enfrentar el virus, como los ventiladores pulmonares.
A esto se suma que la observancia de las medidas higiénico sanitarias es bien compleja para la mayoría de los africanos, pues no pueden acceder al agua potable y a instalaciones de saneamiento.
Aunque el pasado año el continente logró sortear en gran medida la COVID 19, hoy el panorama va cambiando y ya sobrepasa los ocho millones de casos. La OMS,
Organización Mundial de la Salud, ha advertido sobre la presencia en la mayoría de los 54 estados africanos de la variante Delta, mucho más contagiosa, lo que ha disparado las cifras de enfermos y fallecidos.
Los reportes señalan que África Subsahariana se encuentra hoy en su peor momento.
El director general de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus, había afirmado que todas las regiones corren riesgos ante la pandemia, pero ninguna más que África.
La organización sanitaria se había trazado como objetivo vacunar a al menos 10% de la población de cada país para finales de septiembre, pero de seguir la tendencia actual cerca de 70% de las naciones africanas no alcanzarán esa meta.
De acuerdo con la agencia noticiosa Prensa Latina, solo 2,5% de la población africana está en alguna de las fases de inmunización contra la enfermedad causada por el nuevo coronavirus.
De ese porcentaje la mayoría es personal de la salud por el riesgo al que se enfrenta, pero muy poco de la población vulnerable por la edad o enfermedades crónicas.
Las naciones industrializadas acaparan la mayoría de los inmunos. Incluso apuestan por una tercera dosis de refuerzo, mientras en los estados más pobres, como los africanos las vacunas llegan a cuenta gotas.
La sección africana del organismo sanitario mundial calificó como un egoísmo el acaparamiento por los países ricos de los inmunizantes.
Aunque el mecanismo COVAX pretendía paliar la desigualdad, no ha funcionado como se pretendía. Ha habido retrasos en la entrega e incluso, muchos de estos fármacos destinados a las naciones pobres han ido a parar a las más ricas por su capacidad de pagar y afán de acaparar.
Aún en medio de una pandemia prevalece la ley del más fuerte, una situación que preocupa a los especialistas, pues señalan que altos niveles de contagios en países densamente poblados como algunos africanos podría generar nuevas variantes de la COVID 19 más resistentes a las vacunas, lo que pone en peligro a todos en el mundo.
